a de cosas que tenemos previsto hacer cuando todo esto pase. La de cenas que tenemos prometidas, la de viajes que hemos diseñado, la de abrazos que tenemos apalabrados, la de cervezas que vamos a compartir, la de errores que hemos jurado no volver a cometer, la de veces que vamos a decir a los nuestros que les queremos, la de lágrimas que no vamos a reprimir, la de risas que vamos a regalar, la de prioridades que van a dejar de serlo, la de anécdotas que vamos a recordar con un café en compañía, la de perdones que vamos a pedir, la de rencores que vamos a borrar de la lista... Cuando esto pase, cuando toda esta pesadilla pase. ¿O no? Llámenme ilusa, quiero pensar que algo, aunque sea la mitad de la lista de cosas que queremos, que debemos hacer cuando esto pase, las haremos. Que algún aprendizaje obtendremos. Pero, no sé, no sé yo si me fío de este grupo tan heterogéneo en el que caben los mejores y los peores ejemplos, las ruindades y las gestas. No sé si cuando todo esto pase habremos aprendido que solos, que egoístas, somos más débiles. Lo que sí sé es que no tendré que esperar a que todo esto pase para añorar a quien tanto al alba como a las cuatro y diez me ayudó a entender que ser sensible es ser fuerte y mejor. Egun handira arte, Luis Eduardo Aute.