Síguenos en redes sociales:

Madrilgo Gortetik

Dos tipos de ansiedad

Se plantea para unos la obligación imperiosa de restañar sin demora la enorme credibilidad perdida; para otros, apuntalar sin tropiezos sus favorables expectativas

Dos tipos de ansiedadEP

Parche o revolución. Miedo o arrojo. Ambigüedad o determinación. Alternativas antagónicas para Sánchez y Feijóo ante escenarios opuestos que se retroalimentan. Las urgencias apremiantes para el líder socialista marcan una distancia sideral con respecto a la ansiedad triunfante de su rival y también adversario. Se asiste así a la consecuencia política más electrizante derivada de ese fétido ambiente que destila el mazazo de una corrupción despreciable: la sombra real de la alternancia. En ese atribulado contexto se plantea para unos la obligación imperiosa de restañar sin demora la enorme credibilidad perdida; para otros, apuntalar sin tropiezos sus favorables expectativas. Dos diferentes tipos de ansiedad.

En el PSOE hay pavor a lo desconocido. Por eso les tiemblan las piernas. Las trapacerías del triángulo tóxico constituyen un explosivo cordón umbilical. Los informes de la UCO, otra bomba de relojería sin fecha de caducidad. Las declaraciones de los empresarios corruptores, el certificado del delito. Cada mañana representa un sinvivir. Angustia. Mucho más desde que Santos Cerdán consume su irascibilidad entre rejas debatiendo sobre su estrategia judicial, de momento bastante cuestionada. Tras las reiteradas y explícitas audiciones de las mordidas, abanderadas sin recato por el entonces poderoso político navarro, provoca una abierta hilaridad escuchar cómo su abogado fía la suerte del imputado a su condición de víctima de un supuesto ajusticiamiento político. Incluso, tampoco alivia las malvadas sospechas que el peculiar abogado de la periodista-fontanera Leire Díez, con entrada directa en la sede de Ferraz, se sume a la defensa.

Así las cosas, mientras Ábalos decide ansioso sobre el pacto con la Fiscalía para rebajar una pena que augura inapelable y los whasaps vuelven a las redacciones, nadie se atreve a predecir el alcance de la destrucción. Mucho menos Rebeca Torró que asume, desde la sorpresa por su trayectoria, una endiablada responsabilidad orgánica que parece condenada a la sospecha permanente en este partido.

Bien es cierto que tampoco Sánchez dispone de piezas relumbrantes para acometer tan imprescindible catarsis regeneradora. Ha ido gastando las balas en imponer el sanchismo sin fisuras por las territoriales. Ahora bien, quizá ya no sea una cuestión de nombres cuando, en realidad, todas las miradas y los dedos acusadores se dirigen al líder socialista. Es entonces cuando cobra vigencia por acertada la sentencia de la poderosa afiliación andaluza de que cualquier solución es mala.

Ni siquiera los socios de la investidura encuentran la piedra filosofal. Mucho menos Sumar, atrapado en un laberinto que le carcome sin remisión para deleite de Podemos. Valdría con repasar la última entrevista radiofónica de Yolanda Díaz para radiografiar una patética ofuscación que araña su crédito sin remisión. Aun así, con un gobierno pendiente de las togas y de su inestabilidad, el empleo alcanza niveles inimaginables dignos de reconocimiento, pero que acaban subsumidos por un bochornoso encarcelamiento o un golpe demoledor al socialista Gallardo por su impresentable triquiñuela. Ocurre lo mismo con la angustiosa llamada a la financiación de la causa humanitaria de la Cumbre de la ONU en Sevilla. Morbo.

Sin debates en el PP

Es Sánchez quien provoca la ansiedad de Feijóo. No acaba de caer la fruta madura que espera el PP. En la espera, ha barnizado un congreso de coser y cantar. Le ha bastado con orillar los debates peliagudos y elegir a sus escuderos más aguerridos y fieles para incentivar la táctica del hostigamiento. Suficiente con dejarse llevar, insuflando un clima de unidad ahora que la flagelación socialista les sigue allanando el camino. Un congreso sin otro debate que astillar las vergüenzas socialistas y así olvidar las amarguras vividas en carne propia por debilidades semejantes.

Con una espectacular caída de enmiendas que ahorran la controversia y sin escarbar, por tanto, en cuestiones hirientes para la unidad del partido, el PP concentra todo su ideario en una única máxima tan incuestionable como exigente por definitiva: llegar a La Moncloa. No habrá más oportunidades para el líder gallego. En el empeño se ha decantado por una guardia pretoriana unidireccional, con mano de hierro y un baúl lleno de exabruptos, y, lamentablemente, refractaria a facilitar el encuentro entre diferentes. Como si dieran por ganado el partido antes de salir a jugar. Un brote de prepotencia que les impide reparar en el efecto estremecedor que sigue provocando imaginarse a la ultraderecha meciendo siquiera levemente la cuna.