Vaya semanita
Llegan las emociones fuertes. El remedio contra el trauma psicológico del letargo anímico posvacacional. Mano a mano en el Senado entre los dos gallos; comienza la gira de Pedro Sánchez para reencontrarse teóricamente con la gente que le ha abandonado; otro feo de Ayuso a su teórico jefe, a quien deja con el pie cambiado en un tema tan delicado para la derecha como es el aborto; la familia Griñán a la búsqueda del mismo favor que los independentistas catalanes; y Carlos Lesmes afilando un discurso que removerá columnas en el estreno del Año Judicial. Un parte de guerra en menos de siete días. Una agitada semana. Otra bajo la ansiedad creada por la escalada de precios, el debate infinito sobre el gas, el nuevo bofetón del paro y el incipiente cierre de industrias asfixiadas por sus costes.
Llegados a este grado de histerismo interesado, nada ocurre por casualidad. Núñez Feijóo abre el primer desayuno informativo de la nueva temporada en Madrid. Una cita donde el conferenciante no se elige al azar. Para hacernos una idea: es imposible que le ofrecieran semejante vasallaje ahora mismo a Inés Arrimadas, a la propia Yolanda Díaz y mucho menos a Abascal. Lo invitan porque marca tendencia. Mucho más cuando coincide en este caso en la víspera del ansiado debate en el Senado. Ocurre que el presidente del PP surca la ola. La Corte quiere por mayoría que releve a Sánchez cuanto antes mejor. Tampoco le están exigiendo demasiado, sobre todo a medida que lo leen y escuchan.
En ese desayuno, junto a empresarios, lobistas y populares de ayer y de hoy –purgados, recuperados y en expectativa de destino–, se sentará radiante Díaz Ayuso, quizá con más cámaras detrás que el propio conferenciante. Lo hará después de haber propinado otra patada en la espinilla de la unidad del partido, desmarcándose del propio Feijóo al dar rienda suelta al aborto sin permiso paternal. Pero no pasará a mayores. Ni tampoco la señalarán con el dedo por embarullarse desde la supina ignorancia sobre la excepción ibérica en el precio energético. Así la prefieren en Madrid y el líder gallego, con mucho más cuajo que Casado, cuenta con sus decenas de miles de votos para apuntalar las expectativas del partido, aunque tenga que taparse tantas veces la nariz a escondidas.
Para Feijóo, la prueba del nueve será el martes. En el debate del estado de la nación en el Congreso salió malparado. Se equivocó de táctica, refugiándose en ETA y ahí sigue anclado. Además, Sánchez le dejó sin hueco mediático con el volatín ideológico del impuesto a los beneficios energéticos y financieros. Tampoco estuvo muy fino el líder del PP ausentándose en la segunda sesión, como si despreciara a quienes un día tenga que llamar a la puerta. Ahora lo tiene más fácil para pescar en río revuelto. Hasta puede adjudicarse la medalla de que fue el PP quien primero apostó por bajar el IVA del gas al 5% y muchos ministros se mofaban de la idea cuando ya lo plantearon para el recibo de la luz. A rectificar sin bajar la cabeza. Para eso Sánchez brilla con luz propia en Europa. Su apuesta energética marca tendencia. Y su foto en Alemania para sí la quisiera un día la derecha, incluso con intérprete.
En su vuelta a esa realidad que tanto le está desgastando, recién tragado el sapo de aceptar del contrario la rebaja del impuesto energético, Sánchez se topa con la indigesta petición de indulto a Griñán, condenado por el corrupto despilfarro de los ERE en los tiempos de la borrachera absolutista del socialismo andaluz. Una bomba trampa bajo los pies. Una fatídica casualidad, precisamente en esa Sevilla hasta hace poco talismán para el puño y la rosa y que ahora resiste a duras penas el tinte azul de Moreno Bonilla. Así comenzará su peregrinar, como él solo sabe hacerlo en las distancias cortas, hasta que llegue el colofón, coincidiendo con el 40º aniversario de la mayoría absoluta de Felipe González. El presidente quiere recuperar tanto terreno perdido por sus piruetas y rectificaciones, por las cesiones a independentistas difíciles de entender todavía y por los interminables quebraderos de cabeza durante el peliagudo ensayo de la primera coalición gobernante con una izquierda progresista que ha perdido pie con el paso del tiempo y de sus contradicciones. En más de uno de sus discursos de esta campaña a pie de calle, Sánchez retorcerá el empecinado obstruccionismo del PP a la renovación de altas instancias del Estado. Seguro que el discurso de Lesmes le da pie para cargar las tintas. Llegan días intensos.