Allegados de la víctima todavía no reconocida de la violencia policial y de la locura conspiranoica del 11-M: Denunciaba en estas mismas páginas anteayer que quienes murieron en los atentados de Atocha de 2004 y sus seres cercanos han sido sistemáticamente ninguneados por las instancias oficiales hasta convertirlos en víctimas de tercera clase. Aunque parezca mentira, su caso es todavía más hiriente. A Ángel Berrueta, panadero de toda la vida del barrio de San Juan en Iruñea, se lo llevaron por delante cuatro disparos de un policía nacional y una puñalada de un hijo de este como venganza a su negativa a pegar en su establecimiento un cartel que señalaba a ETA como responsable de la matanza de Madrid. Cualquiera que niegue que el contexto del asesinato es político debe hacérselo mirar. O, mejor, rectificar.