En prácticamente todas las entrevistas que le han hecho desde su designación, que ya son unas cuantas, el candidato del PSE a lehendakari, Eneko Andueza, suele afear al aspirante del PNV, Imanol Pradales, que se proclame independentista. Imagino que se trata de una de las líneas argumentales que le han marcado los hechiceros de la cosa comunicativa en su partido con el objetivo de retener a la parte de su electorado que podría estar pensando en votar a los jeltzales para evitar una victoria de EH Bildu. Porque no concibo que Andueza no sepa que, desde José Antonio Aguirre Lekube hasta Iñigo Urkullu Renteria, todos los lehendakaris que han accedido al cargo bajo las siglas del PNV eran o son independentistas. Puede que con algún matiz en la intensidad, pero sin excepción, firmes partidarios de que Euskadi se constituya en un Estado de igual a igual con el resto de los que componen la comunidad internacional. Y esta misma circunstancia se da con cada uno los presidentes del Euzkadi Buru Batzar desde la fundación del partido hasta el día de hoy.
Es decir, que no cuela. Después de treinta y muchos años de pactos -con breves aunque significativas interrupciones- entre socialistas y nacionalistas en prácticamente todas las instituciones, no es creíble que haga como que se cae del guindo y descubre que en la esencia de un militante del PNV está ser independentista. Claro que resulta todavía más artificioso que, en atención al sentimiento nacional que une a las dos primeras formaciones de este país, vaya agitando el espantajo de un hipotético “procés a la vasca”. De entrada, no sería muy inteligente reproducir una experiencia que se ha demostrado incluso contraria a los objetivos. Pero es que, en el actual estado de relaciones entre EH Bildu y el PNV, lo que usted plantea es imposible. Y estoy seguro de que lo sabe.