Sánchez, una investidura sin prisa
¿Tiempo perdido?
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– Apenas un minuto después de contar que se había propuesto a Felipe VI como candidato a la investidura y que, efectivamente, el Borbón titular le había tomado la palabra, Pedro Sánchez se aplicó a despotricar sobre el tiempo perdido por Alberto Núñez Feijóo. “Cinco semanas que no han servido para nada”, lamentó bajo diferentes fórmulas Sánchez. Ingenuo de mí, pensé que lo que procedía tras esa queja sería anunciarnos la fecha de su propia investidura. Si tanta prisa hay, y, sobre todo, si es cierto lo que le ha dicho al monarca y lo que viene aventando ante cada micrófono que se le pone a tiro, a saber, que tiene prácticamente atados los apoyos, la directa era esa: se señalan unos días en el calendario y se termina con el trámite. Comprendo que esta semana está el sarao de los líderes europeos en Granada, e incluso que fiarla para la próxima, con la fiesta nacional, el desfile y todo lo demás, puede ser precipitado. Pero oigan, qué menos que el 16 o el 17 de octubre, ¿no? Pues no. Aquí estamos, sin fecha, pese a la pretendida urgencia.
Menos apoyos ahora
– ¿Y por qué? Será pensar mal, pero quizá ocurra que ahora mismo los apoyos no están tan seguros como se nos pretende comunicar desde Moncloa y Ferraz. De hecho, hay que darle la razón a Feijóo cuando, en su resentida comparecencia de ayer, afirmó que Sánchez tiene menos respaldo en este minuto que hace un mes. De hecho, si hacemos recuento de votos posibles, ahora mismo el líder del PSOE sólo tiene fijos los cinco incondicionales de EH Bildu (qué cosas, ¿eh?) y el del BNG. Todos los demás presumibles sostenedores de su candidatura están en duda. Cómo será el asunto, que anteayer la responsable de Sumar, amén de vicepresidenta en funciones del gobierno que se quiere reeditar, Yolanda Díaz, nos dejó con los ojos como platos al asegurar que su formación está “muy lejos de alcanzar un acuerdo con el PSOE”. Expresión literal, como indican las comillas.
Desprecio a los votantes
– Y, sí, efectivamente, esas palabras de Díaz están motivadas en la necesidad de cinco minutos de foco de quien no quiere aparentar que es actriz secundaria en este serial. Pero en esa impostura –ya tendría bemoles que la fuerza que más grita sobre lo acuciante que es impedir un gobierno de la extrema derecha fuera la que lo propiciara– tenemos otra prueba del desprecio que se está mostrando a la ciudadanía que se dice representar. Por un lado, se nos habla de la gravedad de la situación y de la urgencia en terminar con la inestabilidad. Por otro, se nos alpista con declaraciones de relleno. Pío, pío.