Acusaciones cruzadas

– En los últimos años, las crónicas sobre los distintos ingredientes de la Diada se pueden escribir antes de que tengan lugar los actos en cuestión. Sin necesidad de estar versado en las artes adivinatorias, resulta muy fácil pronosticar que en la ofrenda floral habrá acusaciones cruzadas entre las dos fuerzas que compiten por la hegemonía del soberanismo. Y más, en este momento clave en que una de esas fuerzas, Junts, está en el centro de los focos por su exigencia a Pedro Sánchez (hay quien la da por ya conseguida) de una ley de amnistía antes de sentarse a negociar la investidura. En esa tesitura, necesitada de compensar, Esquerra tiene que levantar la bandera del referéndum como condición, incluso aunque sepamos que a la hora de la verdad no la pondrá sobre la mesa.

La Calle

– En cuanto al acto central, el que tiene lugar a pie de asfalto y se mide en ocupación de la calle, tampoco es difícil adivinar cómo discurrirá. Inevitablemente, la movilización será multitudinaria. Sí, con una asistencia que se va rebajando de edición en edición, pero que, aun así, cuenta con una participación que sigue siendo infinitamente superior a la de cualquier convocatoria avalada por el unionismo español. Luego vendrán las huestes del ultramonte mediático a vender en sus titulares pinchazos, fiascos o gatillazos. Ya quisieran su Societat Civil Catalana y otros inventos rojigualdos del pelo juntar el próximo 12 de octubre la mitad de la mitad de los ciudadanos que echaron a andar en cuatro columnas a las 17 horas y 14 minutos de ayer. Y también van de suyo las pancartas tirando a dar al rival político, los abucheos a este o a aquel personaje y las consignas de mal gusto y escasa deportividad hacia personas con las que supuestamente comparten el objetivo de vivir en un país independiente.

La ofensiva de Feijóo

– Fuera de plano, en sentido literal y metafórico, la foto del 11 de septiembre la completa Alberto Núñez Feijóo. El mesías devenido en mendicante que se arrastra por el escenario anunció ayer una pomposa ofensiva contra la hipotética ley de amnistía. Sostiene que va a obligar al PSOE a retratarse presentando mociones sobre la cuestión en todas las instituciones locales. Si cree que la tontuna va a obligar a Pedro Sánchez a cambiar de opinión y/o estrategia, es que no conoce al gran superviviente de la política española. Todo lo que va a conseguir el gallego ya no tan prodigioso es profundizar en su descrédito hasta que, como casi todos nos olemos, le llegue el momento de hacerse a un lado y entregarle los restos del naufragio a la emperatriz de Sol, Isabel Díaz Ayuso.