Genio indiscutible del humor para incontables generaciones: Leo, con infinita tristeza, que nos ha dejado y recuerdo la última entrevista que le hice, va para veinte años, en la que me aseguró que la muerte lo pillaría con el lápiz en la mano porque usted era incapaz de jubilarse y, además, no sabía hacer otra cosa que “pintar monas”. Se refería, en su inmensa modestia, a los personajes que nos han hecho inmensamente felices a tantas y tantas personas durante seis decenios, desde el brutal franquismo de los cincuenta a anteayer, pasando por la sacrosanta transición. Siempre, con una humildad rozando lo franciscano, tratando de quitar hierro a las situaciones más duras, como el maltrato que sufrió por parte de su editorial. Jamás lo olvidaremos.