Creo que ya gallito a punto de sacrificio: Como el común de los mortales pero también como el más sabio de los analistas geoestratégicos que no dan ni una, desconozco cuál es su paradero, aunque me cuesta poco intuir que su último día en la tierra está bastante próximo y que su final no será precisamente dulce. Y no crea que me da mayor pena. Otra cosa es la curiosidad. Pagaría una caña y un pincho de tortilla a quien fuera capaz de explicarme qué diablos le llevó, primero, a desafiar a su patrón con algo parecido a un golpe de mano, Vladímir Putin, hasta ponerlo en lo que nos dijeron que era la puerta del jaque mate del sátrapa y, sobre todo, por qué, a la hora de la verdad, se riló y puso pies en polvorosa como un cobarde.