Negar la evidencia

– Pena, penita, pena, asistir al patético espectáculo de un ministro con hedor a cadaverina negando con convicción postiza la evidencia. Ya antes de conocer lo que han desvelado dos investigaciones periodísticas con profusión de datos, hasta el que reparte los refrescos tenía claro que lo ocurrido a finales de junio en la valla entre Melilla y Nador no tenía medio pase. Fue una represión brutal cometida a pachas por la policía marroquí en el papel protagonista y la Guardia Civil española como secundaria con mucho texto. Incluso las imágenes mutiladas que llegaron –hoy es el día en el que tenemos que seguir recurriendo a la misma foto para ilustrar cualquier noticia o pieza de opinión al respecto– son lo suficientemente elocuentes como para que no quepan dudas. El intento de salto masivo de los migrantes subsaharianos fue reprimido con violencia desmedida tanto por los uniformados a las órdenes de Rabat como por los que actuaban bajo la férula del ministerio español de Interior, es decir, del ahora en permanente huida hacia adelante Marlaska.

Humillado

– ¿Y cuándo llegará el final de la escapada del no hace tanto heroico juez que silbaba hacia la vía ante las denuncias de torturas? Soy incapaz de vaticinarlo. Ya recordé aquí mismo que el tipo mantiene vergonzosamente su cartera porque cuando su jefe quiso darle la patada –al mismo tiempo que se quitó de encima a sus succionadores Calvo, Ábalos o Redondo–, no fue capaz de encontrar un ser humano que se prestara a heredar el marrón. Fíjense que, teniendo a dónde volver con buena paga, prefirió humillarse y seguir arrastrándose y siendo foco del desprecio, no ya del PP (que vaya jeta le echa afeándole lo de la valla), sino de los socios nominales del Gobierno y todos y cada uno de los partidos que habitualmente le sacan las castañas del fuego.

Responsable, Sánchez

– Otra buena pregunta es por qué lo mantiene Sánchez, sabiendo que el individuo es un Dead man walking de libro. En primer lugar, como ya se ha dicho, porque de momento no le ha encontrado relevo. En segundo lugar, y mucho más importante, porque Grande-Marlaska se está llevando las bofetadas que le corresponden a él en exclusiva. No fue el magistrado en excedencia sino el presidente del Gobierno español y secretario general del PSOE quien firmó con el sátrapa marroquí Mohamed VI unos acuerdos que revertían toda la política española respecto al Sáhara a cambio, entre otras cosas, de que el “amado vecino” taponara las fronteras al precio que fuera. En este caso, entre 23 y 37 muertos, según las fuentes. l