Fiestón en la prensa cortesana. "Don Juan Carlos, exonerado", ulula ABC en primera tirando de la tipografía más gorda. Estropajo en mano, el editorialista rasca la roña del emérito y, cómo no, se acuerda en la calavera de los que le han hecho sufrir: "El archivo no sentará bien a quienes han hecho de la persecución de la Monarquía una obsesión y una estrategia política contra el régimen constitucional. Empezando por Podemos, con ataques a la Corona tan furibundos como injustificados, a veces incluso con el silencio cómplice del PSOE. Las diligencias abiertas por la Fiscalía contra Don Juan Carlos se han querido usar no ya contra él para desacreditarlo personalmente, sino como coartada para deteriorar a la Corona en general, y crear una atmósfera social de corte republicanista que hiciera inevitable un cambio de sistema en España y la desaparición de la Monarquía parlamentaria".

La pieza llevaba título de película: "Don Juan Carlos, la vuelta". No es ninguna casualidad, puesto que el director del vetusto diario, Julián Quirós, ha empezado la cuestación para fletar el vuelo que devuelva al emérito a su palacio: "España en sentido amplio pero sobre todo la Monarquía tienen que afrontar una prueba de fuego importante, una asignatura pendiente que mientras no se aborde supondrá una losa para la institución: la vuelta de Don Juan Carlos. Mientras esto no se produzca, nadaremos entre especulaciones interesadas y cuando suceda -qué duda cabe- viviremos días de alta tensión política y mediática".

En primer tiempo de saludo, Juan Carlos Girauta se une a la campaña de su director: "La cacería seguirá, y no descarto que el ensañamiento, lejos de cesar, se recrudezca. Pero nuestra obligación política, jurídica y moral es pararles los pies a los profesionales de la destrucción. La opinión es libre, póngalo verde quien lo desee. Pero la ley impera, y el emérito puede volver con la cabeza alta".

En La Razón también atruenan los pífanos para celebrar la marcha de rositas del campechano. "El legado imborrable de un gran Rey", titula el editorialista un texto succionador donde no faltan los consabidos sapos y culebras para los malvados: "Sería caer en angelismos si pretendiéramos que los impulsores de estos ataques a la Monarquía, que han saltado olímpicamente sobre cualquier noción de la presunción de inocencia, van a retractarse o, siquiera, ponderar en sus justos términos los hechos acaecidos, pero no es lo que más importa, puesto que detrás de la inicua empresa lo que subyacía era la pretensión de una izquierda radical adanista, en confluencia con los independentistas, de buscar la deslegitimación de la magna obra de la Transición y del fructífero proceso de democratización de España que impulsó Don Juan Carlos y que ha hecho de nuestra nación una de las sociedades más libres, prósperas y plurales del mundo".

Por no se hubiera entendido, el director del periódico azulón, Francisco Marhuenda, nos da a probar idéntico potito ideológico. Nótese cómo, al hacerlo, se excusa sin que se lo pidamos: "Los españoles ni podemos ni debemos ser ingratos, pero tampoco cortesanos. La Transición fue un proceso ejemplar y tuvo un claro director que fue capaz de llevarla a buen puerto con la ayuda, por supuesto, de políticos de todo signo, empresarios, sindicatos, intelectuales..., en definitiva, de la sociedad en su conjunto. El resultado es una de las sociedades más prósperas y avanzadas del mundo". Pero no es cortesano, dice.

En El Mundo se hace acopio de detergente y lejía, con el objetivo marcado por el título del editorial: "La rehabilitación legal de Juan Carlos I". En cuanto a la argumentación, nada que no hayan leído más arriba: "El acoso y derribo de la izquierda y el separatismo contra su figura, sin distinguir logros de errores, nunca disimuló el afán de liquidar el sistema del 78 que él fundó. España nunca dejará de ser su casa ni la democracia de estar agradecida a su legado. Por eso, Juan Carlos I tiene derecho a recuperar la vida que considere conveniente, con el deber institucional siempre presente en adelante".

El catolicón El Debate, que es la cabecera más borbonesca del espectro mediático, el editorial casi coincide en título con el del diario de Unedisa. La cosa se queda en "Un Rey que debe ser rehabilitado". A refajo suelto, el amanuense despotrica que es un primor: "Ni el peor de los delincuentes ha padecido el maltrato que Su Majestad sí viene sufriendo desde que dos personajes tan siniestros como el comisario Villarejo y Corinna Larsen se aliaran para ponerle en duda, utilizarle para esquivar sus propios delitos potenciales y, probablemente, obtener un beneficio económico. Pero lejos de aumentar las reservas por la catadura de ambos personajillos, la maquinaria populista se aprovechó de tan deplorables acusadores para impulsar un ataque a Don Juan Carlos que, en realidad, siempre lo fue contra la Corona, contra la Constitución y contra la idea de España nacida en la Transición".

La curiosa excepción a tanto lengüeteo es Pedro J. Ramírez. "Juan Carlos I debe una explicación a los españoles", titula el editorial de El Español. La argumentación parece bastante lógica. "Juan Carlos I puede, en fin, haber esquivado su procesamiento por una mezcla de factores de los cuales el de la inviolabilidad es el menos justificable de todos ellos. El rey emérito queda así exonerado de cualquier responsabilidad penal. Pero cuestión aparte es su responsabilidad personal e institucional frente a los españoles. Juan Carlos I le debe una explicación a los ciudadanos españoles".