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Kanpolibrean

El punto G

El sector vasco del vacuno de carne tiene un problema peculiar que yo me he atrevido en denominar “el punto G” que es ese punto que hay que estimular convenientemente si uno quiere que la cosa funcione

El punto GN.G.

Susana es una magnífica periodista que trabaja en eso que los ayusianos llamarían un periódico de provincias, como es la Gaceta de Salamanca. Vive y escribe por el sector primario y eso se palpa en sus palabras, en sus expresiones y, cómo no, en el enfoque de las cuestiones.

Susana es buena conocedora del funcionamiento de la lonja de Salamanca y de la realidad del vacuno de carne de esa provincia y de aledañas, donde el vacuno de carne tiene un peso notable.

Por ello, esta semana ha publicado un breve artículo titulado “La verdadera sorpresa del vacuno” donde detalla las causas de la subida de cotizaciones del ganado vacuno, al tiempo que menciona la actitud prudente, cautelosa, cuando no temerosa del ganadero, que no se fía de hasta cuando durará esta supuesta bonanza, y finaliza su magnífico artículo con esta inquietante frase: “Es un sector que no se desborda de la emoción de estar bien porque siempre se prepara para estar mal. Se lo sabe. Desconfía. Y el que puede, se jubila y cierra. Y esa es la sorpresa.”

Como decía anteriormente, Susana conoce al dedillo lo que ocurre en el sector y, como dice ella, son muchos los ganaderos quienes, acostumbrados al maltrato histórico por parte de los compradores de animales y de la carne resultante, no se fían ni de su sombra y optan por una actitud recelosa que conlleva no incrementar su cabaña. Menos aún siendo conscientes de que, en la mayoría de las explotaciones, el relevo familiar brilla por su ausencia.

La situación me recuerda en parte a lo que ocurrió en el año 2022 en el sector lácteo donde los ganaderos, a pesar de los cantos de sirena de industriales y cadenas de distribución que prometían excelentes precios ante la falta de leche en los lineales, optaron por una actitud prudente y asumieron en parte que, controlando la cabaña, controlaban la oferta de producto, entonces leche y ahora carne, y con ello se incidía directa e importantemente en los precios percibidos.

Pues bien, esta misma semana se publicaba que en los últimos cuatro años, de 2021 a 2025, la Unión Europea ha reducido su cabaña bovina en un 5%. Dicho así no parece mucho, pero resulta que son 3.632.000 cabezas de ganado bovino menos, por lo que, señores de la industria cárnica, comerciales, carniceros y jefes de compras de las cadenas de distribución, agárrense los machitos para lo que viene.

En Euskadi, repasando los datos oficiales del Ministerio, de enero de 2021 a enero de 2024, el descenso de la cabaña bovina ha sido bastante mayor, alcanzando el 12% de la misma, con lo que nos encontramos, dicho alto y claro, en una situación alarmante.

Además, el sector vasco del vacuno de carne tiene un problema peculiar que yo me he atrevido en denominar “el punto G” que es ese punto que hay que estimular convenientemente si uno quiere que la cosa funcione.

Me explico, el punto G (la G viene de la palabra gizendu, palabra en euskara cuya traducción sería cebar) es ese momento donde los ganaderos de vacas nodrizas, una vez el ternero tiene la edad de 4 o 5 meses, deben decidir si continuar con el ternero en la cuadra y cebarlo hasta el momento de llevarlo al matadero, o si por el contrario, llegado al punto G, vender ese ternero pastero al mejor postor, bien sea un tratante que le viene a casa bien sea al cebadero de la cooperativa o al cebadero de un ganadero vasco.

Es en este momento, el punto G, donde el baserritarra debiera hacer bien sus números para saber qué es lo que más le conviene. Si cebarlo en casa, haciendo cuentas en base al valor de mercado del pastero y sabiendo que el precio de la carne probablemente no compense los costes de producción, o deshacerse del ternero y venderlo al mejor postor, aún sabiendo que muchos llevarán esos terneros a cebaderos de otras comunidades o directamente a la exportación, y consciente de que esa salida a otros destinos inhabituales hasta ahora puede suponer un cierto desabastecimiento del mercado local vasco.

Ahora bien, la respuesta que dé el ganadero una vez llegado al punto G entiendo que no es responsabilidad exclusiva del ganadero, sino que es una responsabilidad compartida con aquellos que hasta hace bien poco han jugado a la baja en el momento de comprar los pasteros, con aquellos otros compradores (carniceros, cooperativas, cadenas de distribución) que han pagado y pagan la carne a un precio bastante por debajo de costes de producción, con aquellas cadenas de distribución que aplican unos márgenes inasumibles a la carne local con lo que en la práctica la dejan fuera de mercado, etc.

Son muchos los responsables de lo que ocurre en el punto G. De no corregirse, la salida de pasteros hacia el resto del Estado o la exportación lamentablemente continuará, y en Euskadi se reducirá mucho la oferta de carne local, menos aún si es de Label.

Debemos frenar la salida de pasteros. La solución, a mi entender, está en estimular el punto G.