Entre 1872 y 1876, Euskadi se desangra en la tercera guerra carlista. Además de los mutilados y los huérfanos, padecer una enfermedad mental era una de las peores loterías que te podía tocar. A falta de lugares en los que ser atendidos, muchos de ellos fueron carne de presidio. Y es ahí donde Gipuzkoa tuvo la suerte de que el hermano de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, Benito Menni, anduviera por la zona. Su primer intento con el hospital de Eskoriatza no salió del todo bien. Pero su segunda tentativa es una historia de éxito que llega hasta nuestros días. Quiso el destino que de algo trágico, floreciese un proyecto brillante. El asesinato del presidente Cánovas del Castillo en el que entonces era balneario de Santa Águeda, hirió también de muerte al negocio ligado a las aguas sulfurosas y sus tratamientos tan a la moda de las clases pudientes e ilustradas de la época. Y es así como la familia Mendia, propietaria del edificio, lo vendió al que conocemos como Aita Menni para la construcción del hospital psiquiátrico de Santa Águeda. Gracias al acuerdo entre la Orden de San Juan de Dios y la Diputación de Gipuzkoa, las personas con enfermedad mental dejaron de tener que verse alejadas a Valladolid o Zaragoza para recibir atención y nos ubicó en el mapa de la innovación psiquiátrica. En concreto, bajo una tarifa de 1 peseta y 25 céntimos por cada enfermo. Así, comenzó una relación que este año cumplirá 125 años. Nada mejor para celebrar este aniversario que la apertura el pasado jueves de un centro de atención para personas en grave exclusión social, nuevamente entre San Juan de Dios y la Diputación. Un capítulo más de la imprescindible y exitosa colaboración entre lo privado y lo público, entre las organizaciones y las instituciones para, entre otras, disponer y dar sostenibilidad al sistema de protección social que tenemos.