Este 20 de enero se cumplirán 62 años de la investidura de Kennedy como presidente en la que dejó para la historia esta frase: “No pienses en lo que puede hacer tu país por ti. Piensa qué puedes hacer tú por tu país”. Por suerte no vivo ni quiero vivir en un país en el que todo dependa de las instituciones. Quiero poder ejercer mi derecho a la iniciativa para mejorar mi situación y la de la sociedad, sin tener que quedarme exclusivamente sentado a que venga una administración pública a hacer algo. Pero percibo que muchos no lo ven como yo. En una reciente reunión vecinal literalmente escuché: “Nosotros no tenemos que dar la soluciones, eso que lo haga el Ayuntamiento”. Decir lo que no funciona es una actitud muy saludable y necesaria en democracia. Sin embargo, ejercer nuestro papel como ciudadanos no debería quedar reducido a ello, y menos aún en cuestiones locales o de barrio. Especialmente en estos temas, la Administración sola no puede hacer mucho, o cuando lo intenta, lo hace con sus normas y sus ritmos. Porque, por ejemplo, ante la pérdida de comercio local, mientras nos encanta comprar en Amazon, o ante la gente que deja la basura donde quiere ante nuestros ojos sin que les reprendamos por ello, o controlar los precios de la vivienda cuando a la primera que podemos nosotros también queremos dar el pelotazo especulando con el piso que heredamos de la amona, ¿todo lo tiene que hacer la Administración? Gipuzkoa ha sido un ejemplo magnífico de iniciativas ciudadanas que aunaron las reivindicaciones a las instituciones con compromisos individuales y colectivos para mejorar la situación. Y siguen naciendo. Familias de los tres colegios de Tolosa crearon ya hace un año la iniciativa Altxa burua para promover un acceso y uso adecuado de las pantallas de sus hijos. Un magnífico ejemplo de lo imprescindible que es “hacerse un Kennedy”.