a negociación abierta entre el Gobierno Vasco y Elkarrekin Podemos encaminada a un posible acuerdo para los presupuestos de Euskadi en 2021 vivió ayer su capítulo final tras el rechazo por parte de la formación morada a la última oferta realizada por el consejero Pedro Azpiazu. Es, sin duda, una mala noticia para Euskadi y la sociedad vasca. La mayoría absoluta con la que cuentan PNV y PSE garantiza que la CAV tendrá unos presupuestos que pueden calificarse de expansivos dentro de la prudencia a la que obliga la coyuntura y que sin duda suponen unos buenos cimientos para encarar un ejercicio que se prevé muy duro debido a la crisis generada por la pandemia del COVID-19. Sin embargo, y pese a la necesaria seguridad y estabilidad que proporciona poder contar con una herramienta como las cuentas, imprescindible para llevar a cabo políticas que hagan frente a la crisis no solo evitando los recortes sino reforzando los servicios públicos básicos, también es cierto que la grave situación actual y la necesidad de articular mecanismos que impulsen la recuperación hubiese requerido de un mayor consenso. Lamentablemente, el no de Elkarrekin Podemos, que se une a los rechazos de EH Bildu, PP y Vox por razones no solo distintas sino contradictorias en su argumentario ideológico y económico, han impedido la ampliación del acuerdo. La obligación de todo Gobierno, y más aún en el contexto actual es, precisamente, procurar pactos amplios en aspectos clave. No parece que haya dudas sobre que los esfuerzos del Ejecutivo vasco hayan estado encaminados a ello, máxime cuando ha ido mejorando su oferta para facilitar el consenso, siempre desde el realismo. La propia portavoz de Elkarrekin Podemos, Miren Gorrotxategi, subrayó ayer que ambas partes habían negociado “con sinceridad” y valoró el esfuerzo realizado por Azpiazu. De ahí que el rechazo al acuerdo se haga difícilmente comprensible, máxime cuando la última oferta contaba con la nada desdeñable cifra de 97 millones de euros de impacto en políticas públicas, con lo que el grupo morado hubiese influido en el 12,2% de incremento del gasto real. Quizá, como apuntó el consejero, en Podemos haya primado una vez más el vértigo político al acuerdo frente a la responsabilidad del momento, en directa contradicción con el compromiso demostrado por el grupo vasco en los presupuestos del Estado.