espués de semanas con el número de contagios rompiendo techo, los efectos de la pandemia parecen haber entrado, con todas las precauciones, en una fase de estabilización. Un ligero alivio tras tanto sufrimiento y sacrificio, pero que no debe hacernos perder de vista que las cifras siguen siendo exageradamente altas y la presión sobre el sistema sanitario continúa subiendo -ayer en la CAV había 146 camas de UCI ocupadas, la mayor cifra de las últimas semanas y doce más que el día anterior, y crecen también los nuevos ingresos en planta-, y el virus ha vuelto a colarse en los hospitales, por lo que es necesario seguir redoblando los esfuerzos para amansar los efectos de esta segunda ola que parecía, en principio, fruto de un verano permisivo, pero que ha estallado en pleno otoño. El número de fallecidos en el Estado ya ha rebasado los 40.000, pero es evidente que el escalofrío que provocaba en las primeras semanas la estadística diaria de víctimas ya no causa el mismo efecto entre la población. Con todo, el anuncio de la efectividad de la vacuna que está desarrollando la farmacéutica Pfizer ha desatado cierto optimismo, necesitados como estamos de buenas noticias, una sensación que debe filtrarse con un alto contenido de prudencia porque los datos sobre la incidencia del virus en Euskadi siguen siendo muy preocupantes, por lo que estamos muy lejos de empezar a pensar en recobrar la normalidad que perdimos hace ya ocho largos meses. Ahora, la cercanía de las navidades parece que puede ser un condicionante respecto al mantenimiento de las restricciones, aunque las distintas administraciones y el Gobierno Vasco ya han recomendado que las fiestas sean más íntimas, apelando una vez más a la prudencia y la responsabilidad. En los próximos días, pasado el tiempo necesario para comprobar su efectividad, el Ejecutivo deberá evaluar el impacto que están teniendo las duras restricciones impuestas el pasado día 7 y habrá que ver si a tenor de los datos opta por mantener las medidas o incluso endurecerlas, lo que no es en absoluto descartable. Mientras, solo queda seguir apelando a la responsabilidad ciudadana y al cumplimiento de las medidas como única forma de salvar vidas, cuidar la salud de todos y no dar aún más pasos atrás en esta pandemia global.