Es curioso comprobar que cuando se entra en periodo electoral, cuando asoman comicios a pocos meses, el ambiente político se alborota y comienzan a revolver la cosa partidos y sindicatos. A decir verdad, en este país y del Ebro para abajo parece que la fase electoral es permanente y la gresca es actitud habitual y parte del paisaje. Nafarroa, sin embargo, es tierra que no suele dar mucho que hablar en los medios estridentes –que abundan– y ha asumido con serenidad el cambio progresista desde 2015 sin más chirridos que el pataleo resentido de la derecha “foral y española” que lleva desde entonces en la oposición. Tanto Uxue Barkos cuando le tocó como María Chivite desde 2019 han logrado en la Comunidad Foral un espacio político y social que aceptó el cambio sin mayores convulsiones.

Aviso a navegantes

De lo que Nafarroa no se ha librado es de esas otras consecuencias imprevistas del covid-19, aquella pandemia de la que aún no acabamos de salir, que ha dejado al descubierto las deficiencias de la sanidad pública, los recursos insuficientes y la errática gestión, que hasta entonces apenas asomaban a la opinión pública aunque sí eran conscientes de ello los profesionales del sector.

En las últimas semanas se han podido conocer protestas, manifestaciones y huelgas a lo largo de todo el Estado y, sin ir más lejos, aún se mantiene la tensión y el problema no resuelto en el seno de Osakidetza. Ahora le ha tocado el turno a Osasunbidea con una huelga convocada por el Sindicato Médico de Navarra que lleva perturbando la sanidad pública desde comienzos de este mes. Por si fuera poco, la práctica totalidad de los sindicatos del sector sanitario se han unido para convocar huelga el próximo día 15. Y ya como remate, para esa convocatoria se han unido los sindicatos del conjunto de la función pública que quieren llevar las negociaciones relacionadas con las retribuciones a la mesa general. A río revuelto.

Para interpretar este reto de los sindicatos sanitarios no hay que desestimar una reacción sindical a la iniciativa del Sindicato Médico, con el que el Gobierno de Chivite ha negociado al margen de la mesa sectorial sanitaria y aun de la mesa general de la función pública. Da la impresión de que el Gobierno ha negociado por separado con el Sindicato Médico bajo la amenaza de esa huelga preelectoral, llegando incluso a ofrecer un aumento salarial. Y si no quieres taza, taza y media, ahí tiene Chivite una convocatoria en toda regla firmada por todos los sindicatos representativos de la sanidad pública. Si los médicos necesitan llamar la atención, entérese el Gobierno de que la atención debe llamarse negociando en los foros oficiales y de forma colectiva.

Es muy posible que haya paro en la sanidad navarra el día 15 sin más consecuencias, a no ser que el Gobierno acabe cediendo a todas las reivindicaciones del Sindicato Médico. Difícil papeleta para María Chivite, que no puede ceder a ningún chantaje ni olvidar que ese sindicato ya le hizo la huelga preelectoral al Gobierno de Uxue Barkos y dejó un sospechoso tufillo de que no andaba lejos la derecha de UPN.

Tendrá que andar con precaución Chivite, que por temor electoral ha estado a punto de ceder ante el Sindicato Médico en mejoras salariales y situarse en contra de sus socios de Gobierno renunciando a la exclusividad. Una vez más, y con mayor razón en una huelga tan impopular como la del sector sanitario, los gobernantes tienen que hilar fino y buscar ante todo el bien general de la salud de la población, y resolver los problemas internos teniendo en cuenta que se trata de un amplio colectivo de trabajadores de la sanidad pública con el que nunca se debe negociar por separado sin generar agravios.