nda la izquierda española furiosa y alborotada a raíz de la sucia embestida emprendida contra el gobierno central por parte de la cavernícola derecha en sus vertientes políticas, mediáticas y judiciales, con un protagonismo estelar de una Guardia Civil que, ¡oh, sorpresa!, falsea datos, manipula informes y crea realidades al gusto de los justicieros. No le falta razón para el enojo, pero sorprende tanta excitación en quienes han sido testigos de numerosas actuaciones de similar -o peor- corte por parte de idénticos actores pero distintas víctimas: los malvados vascos y catalanes.

La interpretación más amable de tal asimetría consistiría en deducir que es ahora cuando se han caído del guindo, que es ahora cuando se han percatado de que la Guardia Civil puede cometer fechorías, de que hay jueces que responden a indisimulados impulsos políticos y de que hay medios dispuestos a difundir cualquier bazofia si con ello cumplen su objetivo. La versión más deplorable invita sin embargo a pensar que sabían perfectamente lo que sucedía pero optaron, salvo honrosas excepciones, por mirar hacia otro lado, ponerse de perfil, hacer lo de la avestruz; escudándose, faltaría más, en el debido respeto a la justicia y la heroica labor de la benemérita.

No, no se han caído del guindo porque en realidad nunca se habían subido a él. No pueden ser tan ingenuos como para no percatarse de escándalos como el de Altsasu, el juicio del procés o los explosivos de los CDR, por citar los más recientes de una extensísima lista. Tampoco sube ni cae de un guindo quien, como la impúdica Ada Colau, se vale de campañas fabricadas en las cloacas del Estado como aquella contra Xavier Trias.

Desengañémonos, volverá a suceder. Cuando el foco deje de estar en las disputas políticas de Madrid, los jueces volverán a ser tan respetables como ecuánimes, la guardia civil tan intachable como honorable y los medios altavoces de todo lo que convenga para su indisoluble España. Y a nosotros, tan empáticos con ellos durante esta asquerosa campaña, volverán a decirnos que si te he visto no me acuerdo.