A mí que haya políticas como Cayetana Álvarez Y Todo Eso y que además de haberlas sean de las primeras espadas de un partido como el Partido Popular, me resulta muy satisfactorio. Además, se parece un poco a Tom Petty, que en paz descanse. Eso es otro punto a favor. Digo que me resulta satisfactorio porque, cuanto más desagradable es la sensación que tienes al escuchar a determinadas personas y nadie en sus organizaciones les afea ni les amonesta ni les releva, más claro acabas teniendo que en el fondo esas organizaciones están a eso: a desagradar, a seguir convirtiendo el patio en una pocilga. Si se fijan, si le miran el gesto, si se dan cuenta aunque hacen falta apenas diez segundos, es como si esta mujer tuviese metida la nariz permanentemente en un bote de estos enormes de encurtidos en los que flotando en vinagreta hay pepinillos, cebolletas y aceitunas picantes. Ese gesto de cuando muerdes algo y está muy fuerte. Pues se le ha quedado, al punto de que el otro día acusó al padre de Pablo Iglesias de terrorista, cuando el padre de Pablo Iglesias jamás fue acusado de terrorismo o condenado como tal, aunque, claro, aquí tenemos a los jóvenes brutalmente encarcelados de Alsasua desde hace ya casi 4 años como claro y palmario ejemplo de que para esta peña terrorismo puede ser cualquier cosa, lo que supone, además, un grave insulto y afrenta a quienes sí han sufrido el terrorismo, entre los que, afortunadamente, no está la señora marquesa. Así como con el COVID hay mucho capitán a posteriori los que saben qué habría que haber hecho paso a paso, con ETA hay mucho valiente a posteriori. Pues doña Cayetana es una de ellas, como su jefe, Casado, que una vez que fue a Pamplona en 2018 y le silbaron 20 dijo que se había sentido en la Varsovia ocupada por los nazis. A mí, ya digo, líderes así para el partido que no quiere que gobierne me desagradan agradablemente.