Juan Carlos Etxeberria anunciaba el otro día, haciendo uso del famoso dicho, que le quedaba un Teleberri, y además literal, porque a partir del próximo otoño será otro quien se pondrá al frente. La noticia ha causado sorpresa porque si algo funciona bien en Euskal Telebista son los informativos de su segundo canal, y cambiar lo que funciona siempre suena osado.
Han sido muchos años al frente de otras ediciones del informativo y los últimos casi ocho presentando el de la noche, entrando en nuestras casas, como dice el tópico, para hacer gala de esa fina ironía a la hora de contarnos la actualidad y enlazar una noticia con otra. No, no son chistes como en la competencia, esa ironía completa y enmarca la información que ofrecen los reporteros en cada pieza. Marca propia de la que no abusa.
Así que sí, a priori, suena a faena, quizás no tanto para él (que te manden de vuelta a la redacción a una labor aún por definir tampoco será plato de buen gusto) como para la audiencia que, por lo general, no recibe con gusto los cambios ni en papel, ni en la radio, ni en la tele porque al final se crea un vínculo con esas firmas, esas voces y esos rostros que se convierten en rutina y, si nos ponemos pomposos, hasta en algo familiar. Por supuesto, hay cambios que son a mejor y otros que no acaban de funcionar y hay que poner la marcha atrás. La labor de Juan Carlos Etxeberria ha sido brillante y va a ser muy difícil de mejorar, y eso lo sabrá muy bien quien ha sido designado para esta labor. Es una presión añadida, tampoco más, porque la audiencia, tampoco lo vamos a negar, es muy desagradecida, y cuando desapareces del foco, pese a la reticencia inicial, no tiene grandes dificultades para olvidar y trasladar su admiración al sustituto que toque. Suerte a los dos, aunque a uno le va a hacer más falta que a otro.