Entre las materias del Estatuto de Gernika que el PP trata de impedir que setransfieran y las que amenaza conquitarnos, no sé si habrá alguna que no tengaque ver con el día a día de la ciudadanía deDonostia. Desde luego, entre las que estánsiendo ahora motivo de negociación haycompetencias que son primordiales. Negociación, por cierto, que motivó una repugnantemoción en el senado español que el PP vascocomparte “en todos sus puntos”, tal y comonos lo aclararon días atrás.

A pesar de la obviedad de que (casi) todo espolítica, emergen periódicamente candidaturas municipales que pretenden situarse almargen de ella, en un ejercicio de ingenuidadque normalmente les dura hasta la primeravotación del primer pleno. Sin embargo, noduda uno de la buena voluntad de muchas deestas iniciativas, que pueden ser incluso saludables en no pocos municipios. Pero que nostrate de colar tal pretensión en una capitalnada más y nada menos que el presidente deun partido y además portavoz parlamentario,no deja de ser una broma de mal gusto.

Nos dice Borja Sémper que no es política, quees San Sebastián. Claro, es que menuda ocurrencia la de Eneko Goia y su equipo, también la de los concejales de la oposición, la dehacer política en la ciudad. La feliz recetadebe de ser que se hable en el Ayuntamientode pájaros y de flores, que la política ya lahará él en Gasteiz sentado a la derecha deAlfonso Alonso, peleando para que las instituciones vascas no puedan gestionar, tampoco en Donostia, lo que la ley obliga. Y ya lahará su partido en Madrid, o él mismo cuando por fin nos dignemos a elegirlo, con medidas como declararnos provincia desleal, quees lo que a su presidente Pablo Casado le hadado por proponer. “Brillante” presidente,según la opinión del propio alcaldable deDonostia.

Del dirigente político que escribió aquel librotitulado Sin complejos, nos llega ahora uncartel sin siglas, una candidatura sin partidoy una ciudad sin política. Nos encontramosante una versión mejorada de la mítica frasede Groucho Marx: “Si no le gustan mis principios, aquí y ahora me presento sin ellos”. Sinninguno.