Ojo con la verdad
La verdad en política hace tiempo quevale para poco. A las puertas de unalarga campaña electoral, es buenotenerlo en cuenta. La mentira, como cualquiera de sus hermanas pequeñas, la medioverdad o, los eufemismos, funciona muybien. ¿Cómo gano Trump?, ¿cómo el brexit?,¿diciendo la verdad? Sí, hombre. Las personas no gestionamos racionalmente la información para, después, tener una opiniónpolítica o votar. Cada uno tenemos nuestromarco de pensamientos y valores, nuestrascertezas y miedos. Son nuestras “verdades”.El famoso poema de Campoamor lo dejaclaro: “Y es que en este mundo traidor, nohay verdad ni mentira: todo es según el cristal con que se mira”. Ese cristal puede cambiar, pero no es sencillo. Un ejemplo: estoyharto de explicar con datos objetivos que losextranjeros no reciben más ayudas sociales.Podemos seguir haciéndolo que muchosseguirán pensando que la RGI es tener a losextranjeros a la sopa boba. Así que, ¡ojo conla verdad! Que solo con ella no basta paradefender los valores democráticos. Frenar alos que quieren cargarse la solidaridad,hacer listas negras, tapar la corrupción,acabar con las autonomías? requiere dealgo más que políticos profesores que nosexpliquen la vida. La izquierda puede creeren el mito de la verdad, que la derecha sefrotará las manos con sus lemas de “nosroban con impuestos”, “los inmigrantes nosinvaden” y, cómo no, “se rompe España”. Esvital patear las calles y escuchar más a lagente para conocer y entender sus verdades. Esto no va de que algo sea cierto, sinode que sea creíble. Como siempre, entre loshumanos, todo gira en torno a la confianza.Si tu discurso me la inspira, te voto. Estacarrera electoral no la ganará el más inteligente explicando la verdad. Ese tiempo yapasó. La ganará el más listo en emitir su discurso en la frecuencia que la sociedad másescuche.