15de octubre de 2016. Altsasu. Cinco de la madrugada. Varias personas se enzarzan en una trifulca en el interior de un bar. Dos guardias civiles fuera de servicio y sus parejas son partede uno de los grupos de la riña y sufrenlesiones leves y una fractura de tobillo. Notuvo que ser nada sencillo para ellos ni eltrance, ni las siguientes horas y días posteriores a la agresión. Pero lo que podríahaber terminado, como ha ocurrido enrepetidas ocasiones, en unas penas o multasleves, se convirtió en un delito de terrorismoy en la estigmatización de todo un pueblo.Ocho chicos del pueblo que participaron enla riña fueron encarcelados a más de 400kilómetros de sus casas, acusados de terrorismo (¿sin ETA?) y con peticiones de 62años de cárcel. La desproporción es insultante. El papel de los grandes medios paracrear una historia de terrorismo que noexistió como tal, espeluznante. Hoy esos chicos llevan 790 días sin libertad. Tómateunos segundos y piensa todo lo que hashecho en los últimos 790 días. Los quehemos tenido la suerte de conocer la trágicahistoria de víctimas del terrorismo de ETA ygracias a su mensaje empatizar con sudolor, podemos ahora entender mejor otrossufrimientos, como por ejemplo el de losagredidos, pero también el de esos chicos ysus familias. La convivencia que queremosconstruir tras décadas de violaciones deDerechos Humanos requiere superar viejosdilemas de conmigo o contra mí. Me repugna tener que elegir entre deslegitimar a ETAy estos chicos. Entre los agredidos y ellos.Denunciar esta injusticia no me acerca aETA, ni a sus reivindicaciones, ni siquiera almovimiento que promueve la salida de laGuardia Civil de Euskadi y Navarra. Solo meacerca nuevamente al dolor de hombres ymujeres que, como en el pasado, ahorasufren al verse convertidos en peones departidas que no decidieron jugar.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
