En sanfermines, Amaia accedió a liarsecon un tío en un portal. Una vezdentro, cuatro amigos de él entrarony le pidieron que les diera todo el dinero.Ella quedó bloqueada. Había sido engañaday ahora iba ser víctima de un robo. Nopensó en gritar o en salir corriendo. Elloseran cinco, el portal estaba oscuro y en lacalle no había gente. Solo recuerda que sequedó paralizada. Ni siquiera les dio eldinero, literalmente se lo quitaron. Así fuecomo Amaia acabó en comisaría denunciandoque le habían robado.

Imagina que en la siguiente escena el policíale hubiese preguntado a Amaia: “¿Por quéno has pedido ayuda o no te has enfrentado?,¿por qué les has dado el dinero?, ¿noserá que se lo querías dar?”. Las preguntasparecerían insultantes, ¿no? Sin embargo, laratificación de la sentencia del caso de LaManada vuelve a decirnos que aquella chicaen aquel portal no sufrió una violación porque,aunque no dijo que sí, tampoco dijo queno. Menos mal que hasta grabaron vídeosde su salvajada. Cuando te roban no hay quedemostrar tu colaboración pero, cuandocinco tíos deciden que van a penetrarte, sino te niegas explícitamente, estarás colaborando.Qué le digo a mi hija, ¿que ante unrobo no se enfrente pero cuando la quieranviolar sí? Sé que la ley no es todo lo claraque debiera serlo para distinguir entre violacióny abuso, y que demostrar el uso de laviolencia ante un tribunal no es tan sencillocomo parece. Pero también sé que la realidaddepende de las gafas con que se mira ymuchos jueces deberían pasar a graduar suvista en clave de igualdad entre mujeres yhombres. Decía Arendt que solo reaccionamoscon rabia cuando es ofendido nuestrosentido de la justicia y ahora, nuevamente,ha sido ofendido y ya van unas cuantas. Nodeberíamos canalizar esa rabia contra todala justicia, pero sí a favor de cambios queacaben con esta impunidad.