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¿Quién manda en este caos?

tengo la convicción de que los altos dirigentes del Ibex 35 celebraron por todo lo alto el amago de vuelta al bipartidismo que supuso el acuerdo PSOE-PP, mejor dicho, el apaño para repartirse el control del poder judicial. A fin de cuentas, desde el comienzo de la democracia ha sido el bipartidismo el que ha controlado y manejado lo público al servicio de los intereses de cada uno de los dos partidos, de las grandes empresas y del poder financiero. Y ojalá esta constatación no fuera más que demagogia, porque tendría remedio a fuerza de persistir en el error. Pero no es demagogia; es el sistema, amigo.

Uno, a estas alturas, no cree en las casualidades y menos en política. Entre los que celebraron con alborozo el apaño PP-PSOE, por alguna razón incógnita alguien ha desbaratado el tan celebrado pacto bipartidista para repartirse el poder judicial, facilitando la filtración de un wasap chulapo, fatuo, atribuido al portavoz del PP en el Senado, Ignacio Cosidó. En él, en referencia al resultado del acuerdo bipartito y haciendo cálculos aritméticos sobre el reparto del poder en la justicia, el preboste del PP aseguraba: “Con otras palabras, obtenemos lo mismo numéricamente, pero ponemos un Presidente excepcional? con una capacidad de liderazgo y auctoritas para que las votaciones no sean 11-10 sino próximas al 21-0. Y además controlando la sala segunda desde detrás y presidiendo la sala 61. Ha sido una jugada estupenda que he vivido desde la primera línea”. Ahí queda eso. Seguimos controlando la justicia de este país, celebra el mensajero. El poder judicial como marioneta del poder político, manejando “desde atrás” dice el pillo. Con un par, señor portavoz del PP.

Lo que no esperaba el presuntuoso Cosidó, ex director general de la Policía con Rajoy, que su misiva prepotente iba a ser filtrada urbi et orbe por El Español, periódico digital dirigido por Pedrojota Ramírez, un conspirador de libro. De las cloacas del Estado, el fuego amigo para dinamitar una chapuza bipartita que a alguien no le gusta. Quizá esos poderes ocultos que hacen y deshacen ciscándose en la democracia, después de comprobar las consecuencias inmediatas del apaño, no estén por la labor de un poder compartido entre izquierda y derecha. Quizá el apaño que prefieren sea entre derecha y derecha extrema, atado y bien atado, sin los flecos de una justicia compartida en la que asomen los rojos que nunca se sabe por dónde van a tirar.

Y, al parecer, de fuentes socialistas salió a la luz que el presidente de los jueces y del Tribunal Supremo, iba a ser el magistrado Manuel Marchena, un conservador palmario que de una tacada contentaba al PP pero garantizaba una mayoría supuestamente progresista en el Consejo General del Poder Judicial. Ah y, de paso, dejaba de ser instructor implacable de la causa contra el procès. Un guiño.

Sea obra del mismo Ignacio Cosidó o a saber de qué amanuense popular con mando en plaza, el efecto del wasap ha sido demoledor. Tan demoledor que el apaño ha saltado por los aires. Para empezar, y sin que hubiera sido aún nombrado, el juez Marchena se hizo el digno y renunció a participar en el apaño. Pero ojo, sólo se bajó del burro cuando se había filtrado para conocimiento público que iba a ser un títere en manos de Pablo Casado, a quien libró de polvo y paja en el asunto del máster. No rechazó el cargo por dignidad sino por puro bochorno, porque antes del wasap estaba encantado de haberse conocido. Un doble puestazo, presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo, toma toga fashion, collares, toisones y dobles puñetas. Un sueño con un funesto despertar, así que mejor dejarlo pasar. Claro, después de saber la que se le venía encima.

Acontecimientos como los vividos estos días en el ámbito judicial sobrepasan la práctica habitual y nos sitúa en un tiempo nuevo, enigmático, inquietante, en el que se maniobra en las cloacas y se usa el Gobierno para manejar el Estado en beneficio propio y de los suyos. La política chapotea en el descrédito, dejando paso libre a la antipolítica en forma de fascismo.

El chaparrón que siguió a la boñiga telemática de Cosidó finiquitó el acuerdo. Ni PP ni PSOE se han atrevido a repetir y han quedado como a la espera. Quizá a la espera de lo que pueda decidirse en los auténticos poderes, que ya ni siquiera se contentan con una gerencia bipartita. ¿Y la justicia? Pues hecha unos zorros, un esperpento a la que la banca acababa de meter mano y aún sin sacarla se la metieron el PP y el PSOE como lo han hecho siempre. Sólo que esta vez les han pillado. Queda por averiguar quién y por qué ha manejado los hilos de las marionetas.