Para que los otros no ganen. Nospone mucho más votar en contraque a favor desde las eleccionespolíticas hasta las de aquella de clase paraelegir al delegado. El problema aumentacuando algunos partidos promueven estadinámica por puro interés electoral. Esto noes nuevo pero es una tendencia al alza. Es laúltima versión del siempre peligroso “el finjustifica los medios” aplicado a la política.Algunos partidos llevan ya un tiempojugando con esta dinamita social al llevarlos planteamientos a los extremos para,desde ahí, pescar más votos. Todo es blancoo negro, conmigo o contra mí. Algunos últimosejemplos: el acto provocador de Altsasu;las peticiones judiciales por el procesocatalán; acusar a Sánchez de estar apoyandoun golpe de Estado? Y esto solo en elámbito más cercano porque la tendenciainternacional camina por sendas similares:Trump en EEUU, Orbán en Hungría, Salvinien Italia, Ortega en Nicaragua, Bolsonaroen Brasil o Duterte en Filipinas. En Euskadisabemos que pensar que una idea es másimportante que una persona lleva a vulnerarderechos humanos, a provocar sufrimientosgratuitos o, a mirar para otro lado,ante el dolor de aquellos que no son de losnuestros. Se alimenta un tipo de votanteque desconozca el punto medio y el diálogo,especialmente, con los que no piensancomo uno. Un votante que se crea con laverdad absoluta y que piense que es posibleel todo o nada en política. Votantes que olvidenque la esencia de la democracia es ladeterminación personal y social por querervivir entre diferentes y no acabar con ladiferencia. ¿Quién puede saciar luego a estetipo de votantes? Lanzar la pelota políticapor esta rampa es lo más sencillo pero a verquién es el listo que luego la para.