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Una empresa más humanista

Una empresa más humanista

Como un importante hito histórico, no solo porque ha sido una de las pocas veces en la larga trayectoria del Parlamento Vasco en la que sus 75 parlamentarios han unido sus votos de manera unánime para sacar adelante una propuesta, sino por lo que supone de contar con el mayor apoyo institucional que hasta ahora ha tenido una iniciativa sociolaboral en este país, hay que considerar la aprobación este pasado jueves, de una proposición no de ley que defiende un cambio de modelo organizativo de las empresas en el que los trabajadores puedan participar en su gestión, resultados y propiedad.

La importancia de esta propuesta, apoyada por todo el espectro político representado en el Parlamento Vasco, desde el PNV al PP, pasando por EH Bildu, PSE y Elkarrekin Podemos, estriba en el mandato que lanza al Gobierno Vasco para que diseñe un plan que apoye la implementación y promoción de este modelo inclusivo-participativo en la empresa. Es decir, la iniciativa no tiene el carácter testimonial de una declaración, sino que va más allá al exigir al Ejecutivo vasco que ponga los medios necesarios para la aplicación y el desarrollo de la participación de los trabajadores en las empresas. El propio lehendakari Iñigo Urkullu también participa de esta visión de dotar a las empresas de una visión más humanista centrada en el valor de la persona como eje del proyecto empresarial desde unos planteamientos de igualdad y dignidad. En este sentido, se prevé que Urkullu haga una defensa de este modelo de empresa durante su intervención en el Foro Global de Economía Social (GSEF) que se inicia mañana en Bilbao, con la asistencia de 1.000 participantes procedentes de 80 países. Una buena plataforma para dar a conocer ante el mundo una iniciativa asumida e impulsada por las principales instituciones vascas.

Este modelo de empresa, que es una tercera vía entre las cooperativas y las empresas de capital tradicionales, tiene su origen en el trabajo soterrado y silencioso que desde el año 2008 han realizado los miembros de Arizmendiarrietaren Lagunak Elkartea (ALE), y que tuvo su principal plasmación a partir de 2014, cuando se pusieron en marcha varios seminarios sectoriales para su debate y mejora. Durante un periodo largo de tiempo el modelo inclusivo-participativo de empresa fue presentado y objeto de discusión para su mejora en foros en los que participaron agentes institucionales y políticos, empresarios, sindicales, sociales y universitarios de todo el país.

Por eso sorprende, la reacción de última hora de los sindicatos ELA y LAB, que se han desmarcado de esta iniciativa, a pesar de que en un principio habían mostrado su conformidad o, cuando menos, su no oposición con este nuevo modelo de empresa participada. Todavía más, como en el caso de ELA, que, aunque no participó de manera presencial en los foros, sí estuvo informada en todo momento, dejando constancia de su conformidad con la iniciativa, mientras que LAB tuvo una intervención intensa en el debate.

Justificar el rechazo de estos dos sindicatos a que en la proposición no de ley aprobada por el Parlamento Vasco no se habla de los problemas de los trabajadores como la precariedad, los efectos de la reforma laboral, la congelación salarial o los recortes sociales puede entenderse desde un planteamiento de competencia electoral, teniendo en cuenta que estamos en vísperas de los comicios sindicales donde los sindicatos se juegan su futuro con la elección de sus delegados para los próximos cuatro años, pero no deja de ser una excusa falta de rigor porque cuando se estaba discutiendo la iniciativa de ALE existía ya esa misma realidad, en medio de una gran crisis económica, y nadie reparó en esas circunstancias.

De la misma forma llama la atención que tanto ELA como LAB se opongan a un texto aprobado por unanimidad por todos los grupos políticos, desde la izquierda hasta la derecha y desde abertzales a constitucionalistas, presentes en el Parlamento Vasco y que abarcan al conjunto de los ciudadanos vascos, lo que le infiere el mayor respaldo democrático que ha podido tener una propuesta surgida desde el seno de la sociedad civil y que muy pocas veces se ha dado en este país.

De la misma manera, tampoco se explica que estos sindicatos, sobre todo en el caso de ELA, que se presenta últimamente como la quintaesencia de la izquierda en Euskadi frente a lo que entiende de abandono de posiciones por parte de los partidos de este espectro, hayan rechazado una iniciativa que cuenta, precisamente, con el apoyo entusiasta de EH Bildu y Elkarrekin Podemos, es decir, la representación de esa corriente ideológica en el hemiciclo de Gasteiz.

Esta es la demostración más palpable del divorcio que existe entre la realidad de un país y unos sindicatos que tienen como estrategia la confrontación y el rechazo por sistema a todo lo que venga desde el ámbito institucional, por mucho que cuente con el apoyo del conjunto de los ciudadanos vascos expresado a través de sus representantes en el Parlamento Vasco, sin ofrecer a cambio ninguna alternativa. Es el no por el no que reduce a las organizaciones a convertirse en fines en sí mismas, prescindiendo del importante papel que como agentes sociales tienen en la formulación de nuevas propuestas en favor de los ciudadanos. Mientras ELA y LAB han mostrado su rechazo al texto aprobado en el Parlamento Vasco, otros sindicatos como CCOO apoyan el modelo de participación de los trabajadores en la empresa, una prueba más de la gran distancia que separa a las distintas expresiones sindicales que existen en este país.

El plan que ponga en marcha el Gobierno Vasco por mandato de todo el Parlamento Vasco también va a interpelar a los empresarios vascos a la hora de aplicar este nuevo modelo empresarial de acuerdo con los propios trabajadores. Y aquí se van a producir serias reticencias en Bizkaia y Araba, a pesar de que la patronal guipuzcoana Adegi está desarrollando desde hace varios años un plan de participación de los trabajadores en la empresa que se queda incompleto, al recoger la intervención de los empleados en la gestión y resultados, sin plantearse en ningún momento la entrada en el capital y la propiedad de la compañía.

Tanto la patronal vasca Confebask, como la vizcaína Cebek, se han mostrado distantes con el modelo inclusivo-participativo de los trabajadores en la empresa, a pesar de que puede resolver importantes problemas en compañías en crisis pero que ofrecen posibilidades de desarrollo y progreso en el futuro, en las pequeñas basadas en el conocimiento o aquellas de origen familiar con problemas de sucesión, por no hablar de las de nueva creación.

Por si ello fuera poco la participación de los trabajadores en las empresas no solo es un elemento clave para garantizar la continuidad de las empresas viables y favorecer su apuntalamiento el territorio, sino que es el mejor antídoto para evitar la deslocalización o el desplazamiento de los centros de decisión.

Como decía el presidente de ALE, Miguel Ángel Laspiur, en una entrevista publicada en este periódico, la aprobación de la proposición no de ley que insta al Gobierno Vasco a impulsar y promover la participación de los trabajadores en la empresa significa la plantación de una semilla que, a partir de ahora, habrá que regarla y cuidarla para que comience a dar sus frutos.

Por eso Laspiur apela a la paciencia como virtud necesaria para afrontar este nuevo modelo de empresa, desde el convencimiento de que los cambios no se producen de un día para otro y menos en el mundo de las compañías. Tanto empresarios como sindicatos y trabajadores deberán de ir cambiando de chip para que se produzca el cambio y para eso hay que trabajar sin prisa pero sin pausa.