El impuesto turístico
A pesar de que todavía estamos a la espera de que el Gobierno Vasco decida qué instituciones tienen la competencia para recaudar la mal llamada tasa turística, si corresponde a los ayuntamientos o a las Haciendas forales, lo cierto es que la implantación de este impuesto a los turistas que se alojen en establecimientos hoteleros de Gipuzkoa está creando cierta controversia tanto en su aplicación como en el destino de los recursos obtenidos.
En este sentido, sorprende en principio el afán recaudatorio que parece tener este impuesto si la comparativa se hace tanto a nivel de Estado como sobre el conjunto de Euskadi. Y ello sin fijar cuáles son los objetivos que se persiguen con la aplicación de este tributo a la hora de dirigir sus beneficios a la actividad turística, que es lo que parece reclamar el sector o, por el contrario, destinar a sufragar el coste de ciertas infraestructuras y servicios públicos que se incrementan de manera importante con la presencia de turistas.
Si nos atenemos al ámbito estatal, Gipuzkoa será el tercer territorio donde se va a aplicar el impuesto turístico, ?que podría ascender entre uno y tres euros por persona y noche y que supondría para Donostia disponer de unos ingresos extras anuales entre 1,5 y cuatro millones de euros, según un informe municipal elaborado hace varios años?, cuando el nivel de actividad turística es radicalmente inferior al que se registra en las Islas Baleares y Catalunya, que son los otros dos destinos que cobran la tasa de alojamiento.
Mientras que las Islas Baleares es el destino que más turistas recibe, por delante de Catalunya, con un ratio de 58 noches por habitante y año, ese índice en Gipuzkoa se reduce a tres noches por habitante y año. En otras regiones con fuerte actividad turística y con un peso del 13% de su PIB, como es el caso de la Comunidad Valenciana, el cobro de este impuesto ha sido rechazado por el sector al considerar que no tiene un “objetivo claro y transparente”, reduce su competitividad respecto a otros destinos y lanza un mensaje de “mercado de saturación y turismofobia”.
Volviendo a casa, la aplicación de este impuesto al turismo, en el que coinciden tanto la Diputación de Gipuzkoa como el Ayuntamiento de Donostia, se presenta también como una excepción en el conjunto de Euskal Herria, ya que ninguno de los otros tres territorios vascos, incluido Navarra, ha planteado tal iniciativa. Se da la circunstancia de que en tres de los cuatro territorios vascos gobiernan los mismos partidos.
Y ello sin tener en cuenta las grandes inversiones que tanto Bizkaia como Araba están realizando para la celebración de eventos en sus respectivos territorios, como son la Final de Challenge Cup y Champions Cup de Rugby o el acto de concesión del premio al Mejor Restaurante del Mundo que han tenido como marco Bilbao, o la gala de MTV que tendrá lugar el próximo mes de noviembre en la capital vizcaina. De la misma forma, Araba ha realizado una importante esfuerzo por traer a su capital la celebración de la Final Four de la Euroliga de baloncesto.
En Gipuzkoa todos los grandes acontecimientos que se celebran a lo largo del año han nacido de abajo a arriba, es decir, de la iniciativa privada y se han consolidado de tal forma que emergen como importantes hitos de atracción turística que se reparten a lo largo del año. Al margen del Zinemaldia, que en origen fue una iniciativa de los comerciantes donostiarras para alargar la estancia de los veraneantes y que en la actualidad está institucionalizado, hay que recordar la Behobia-San Sebastián, el certamen Gastronomika o la Donosti Cup, celebrada recientemente, y que se sitúa entre los primeros eventos del mundo de este tipo dirigido a impulsar los valores en los jóvenes a través de la práctica del fútbol.
Son dos modelos que se contraponen y que ponen de relieve, en un caso, la importancia de la iniciativa privada como auténtico motor en la creación y desarrollo de acontecimientos e iniciativas con afán de permanencia y donde las instituciones acompañan con su colaboración y apoyo. El otro modelo está basado en la importante actuación e iniciativa del sector público donde, a golpe de talonario, es capaz de llevar a sus capitales la celebración de grandes eventos internacionales sin ninguna base social y que una vez finalizados desaparecen de la memoria colectiva.
Una manera singular de potenciar el turismo y fomentar la llegada de turistas desde el sector público que está beneficiando curiosamente a territorios limítrofes con Euskadi, como por ejemplo Cantabria, que se ve beneficiada de estos acontecimientos que mueven grandes masas en la ocupación de sus establecimientos hoteleros desde Castro Urdiales hasta Santander. Como ocurrió en las finales de rugby, cuyos hoteles incrementaron su ocupación un 100%, gracias a la existencia de un aeropuerto como el de Santander que potencia los vuelos low cost cuando se celebran este tipo de eventos.
Una situación en la que Gipuzkoa se mantiene totalmente al margen sin obtener ningún rédito por la falta de competitividad que en términos turísticos supone la existencia de una infraestructura aeroportuaria como la de Hondarribia que no tiene capacidad para responder a una demanda de este tipo y donde no operan las compañías low cost.
Otro elemento importante que se pone de relieve entre los profesionales del sector es que, cuando el turismo supone el 7,7% del PIB de Gipuzkoa, el reflejo de ese peso en la economía del territorio no se visualiza de manera proporcional en la promoción de esta actividad económica en los presupuestos públicos.
Si las razones de fondo sobre la implantación de este impuesto turístico generan cierta controversia, las discrepancias se acentúan a la hora de fijar si serán la Hacienda foral o los ayuntamientos la instituciones competentes para recaudar este tributo, si tendrá carácter lineal o proporcional en función de la categoría de los establecimientos hoteleros y, por supuesto, el destino que van a tener esos recursos generados por la actividad turística.
Una gran parte del sector turístico defiende que los recursos recaudados deberían repercutir en el aumento de la competitividad del destino y en las mejoras de las infraestructuras que tienen que ver precisamente con esa actividad. Y en este sentido, la promoción y el desarrollo del aeropuerto de Hondarribia, a través de la sociedad Ortzibia, se configura como un elemento esencial en el aumento y la mejora de la competitividad de Gipuzkoa y Donostia como destino turístico. A la espera de la llegada del AVE en los próximos años, la falta de un mayor desarrollo en las conexiones del aeropuerto guipuzcoano se convierte en uno de los puntos más importantes que lastran la mejora de la competitividad turística del territorio.
No en vano, Gipuzkoa es el segundo territorio de la CAV que más turistas recibe por detrás de Bizkaia, aunque con una diferencia que puede ser desdeñable teniendo en cuenta sus capacidades e infraestructuras. En este sentido, durante el año 2017, el número de turistas que eligieron Gipuzkoa fue de 1.098.525, mientras que los que llegaron a Bizkaia alcanzaron la cifra de 1.414.460. En términos de aportación al PIB turístico de la CAV, Bizkaia supone el 44%, mientras que Gipuzkoa es el 41%, en tanto que Araba se queda en el 15%.
En este sentido, los temores a la utilización de los recursos obtenidos por el impuesto turístico para otros fines diferentes a los destinados a mejorar la competitividad del destino se constata desde la experiencia de las Islas Baleares, pionera en la implantación de este tributo. En 2016, primer año de su aplicación, se destinaron a la mejora de infraestructuras hidráulicas y ciclo del agua del archipiélago balear un total de 14,7 millones de euros de los 30 millones disponibles procedentes de la ecotasa, lo que significa un 49,31%, mientras que el 20,6% de esa cantidad se asignaron a la mejora turística del destino.
Las potencialidades que tiene Gipuzkoa como destino turístico está provocando que inversores locales estén construyendo nuevos hoteles de pequeño y mediano tamaño. A los siete establecimientos que se encuentran en construcción y que estarán ya operativos en los próximos meses, hay que sumar cuatro nuevos proyectos ya aprobados. Desde enero de 2017 a diciembre de 2019 la oferta de camas en Donostia se habrá incrementado en alrededor de 2.000.
Estas inversiones en nuevos hoteles tienen su origen en el hecho de que San Sebastián es la segunda ciudad más cara del Estado por detrás de Barcelona. Según el informe RevPAR, que mide la facturación por habitación disponible y que elabora el lobby turístico Exceltur, Donostia tiene un ratio de 91,6 euros, mientras Barcelona ocupa la primera posición con 101,5 euros. En el tercer puesto está Palma de Mallorca con 80,2 euros, mientras que Bilbao se sitúa en noveno lugar con 61,9 euros. El turismo ha dejado de ser un sector emergente en Gipuzkoa para convertirse en una importante actividad económica que necesita contar con escenarios claros y seguros. l