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Cuanto peor, mejor para todos

Está claro que los de Netflix tienen en alto valor el poder del humor para vender sus series y han encontrado en Mariano Rajoy todo un filón. Ocurrió con la serie Narcos cuando colgaron un gigantesco cartel en la Puerta del Sol de Madrid donde se podía leer: “Sé fuerte, vuelve Narcos” y en Twitter completaban la idea: “Tú también sé fuerte. La nueva entrega de Narcos llega el viernes y no viene en sobres”. Esta osadía, esta licencia o como quieran llamarlo, es habitual en el perfil de creativos que encuentran la realidad tan interesante como sus propias ficciones. Ahora se han fijado en esta otra: “Tenemos que fabricar máquinas que nos permitan seguir fabricando máquinas porque lo que no va a hacer nunca una máquina es fabricar máquinas”. Esta frase estúpida se ha convertido en reclamo de la nueva apuesta de la plataforma con la serie Black Mirror que muestra más o menos cómo puede cambiar de golpe nuestra realidad y cómo en un pispás puede meternos en la vivencia más catastrófica por nuestras precipitadas y malas decisiones. La tele es un negocio de grandes decisiones y otras no tanto. Esta semana han cambiado Mujeres, hombres y viceversa que ponían antes de comer en Telecinco y lo han pasado a las tardes de Cuatro. Dicen que esto de tener dos cadenas en un mismo grupo crea sinergias y que hay que aprovecharlas. Ya veremos el futuro de este programa que llevaba con sigilo Emma García diez años sin que sus resultados la pusieran en la picota. El fuego cruzado entre Susanna Griso y Ana Rosa Quintana ha hecho que en Mediaset tomen una determinación y pasen a este subproducto de tronistas al calor de la siesta. Una hora donde no está claro cuántos chicos, chicas y viceversas hay. Pero si tienen dudas sobre el éxito del programa o sobre cuántos parados juveniles habrá a esas horas que citen al maestro: “Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político”. Está claro, ¿no?