Ha pasado el verano y entre las expectativas, ha brillado el estreno de la séptima temporada de Juego de Tronos. Una serie de la que mucho se habla y que no muchos conocen. Estamos ante el mejor ejemplo de la televisión que no existe porque o es de pago o bien de esas descargas solo al alcance de intrépidos o inconscientes en Internet. Cuando hablamos de televisión en estas páginas, siempre existe la duda de si entrar a comentar o no los programas de las televisiones de pago y de esas otras plataformas como Netflix. La realidad habla de que la televisión convencional de toda la vida vive una fuga constante de espectadores que se pasan al pago o al robo mondo y lirondo de las series. Así que comenzamos la temporada con esa bipolaridad de intuir que los programas más interesantes son los que hay que pagar por ellos. Lo otro es una oferta de unas 123 cadenas que no se sabe muy bien de qué viven. Y no se sabe porque el pastel de la publicidad se lo siguen repartiendo los mismos de siempre. En el último año se han emitido un total de 9,4 millones de anuncios que fue el resultado de que 4.400 anunciantes apostaran por la televisión. Pero ojo que esta cantidad fue a parar mayormente a los cinco canales de Mediaset y Atresmedia que se llevaron el 61,1% del total dejando el 38,9% al resto de las 118 canales de televisión que hoy podemos ver por TDT. Así seguirá siendo el nuevo curso en el que, de momento, parece que TVE seguirá con su apuesta por los patrocinios que es una forma de manosear la tarta pero sin hincarle el diente. Este oferta de canales ha dejado tocadas a las autonómicas que ahora son uno más entre un centenar y sufren como nadie también la emigración de espectadores hacia las plataformas y teles de pago. Así que bienvenidos a la bipolaridad televisiva. Los que aún no les preocupa porque no quieren saber nada de pagar por verla y los que entienden la tele ya como un crédito. Una columna pensando en todos.
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