La abundante y necesaria pasta para financiar y mantener una cadena de tele puede provenir de diversas fuentes que a lo largo del tiempo han decantado modelos que van desde la tele gratis total hasta la fórmula de tele de pago total, en una tipología que demuestra que lo que algunos consideran servicio público, otros lo entienden negocio puro y duro. En numerosos países, la televisión es un producto que paga el Estado a través de impuestos, y esta manera de subvención cabrea a empresarios privados que ven una injerencia de doble financiación que beneficia a las públicas, que ven asegurados sus ingresos. En el caso de La 1 se ha buscado una fórmula más barroca que es conseguir ingresos a través del patrocinio, que evita la publicidad pura y dura y camufla el asunto con esta apariencia de publicidad inexistente. Otros países utilizan la fórmula de cargar con un impuesto la tenencia de aparatos receptores, que es una variante de financiación pública como en el caso de la siempre admirada BBC. Un sistema absolutamente distinto es el consumo de tele mediante suscripción, casi siempre de cable, abonando una cantidad mensual o un pago puntual por determinados productos deportivos, como los partidos de la Liga a lo largo de la temporada. Este sistema de pagar por ver, lleva años funcionado y triunfando en USA, pero por estos lares no acaba de lograr resultados satisfactorios a tenor de las últimas cifras sobre consumo de tele de pago. Gracias al fenómeno de la atractiva oferta comercial que liga tele + Internet y telefonía de grandes operadores como Movistar, Orange o Vodafone, han crecido los consumidores de esta modalidad pero no los ingresos totales derivados de este modelo. De momento, cuesta rascarnos el bolsillo para sentarnos frente al televisor. Nuestra sociedad es básicamente de cultura del todo gratis y cambiar las formas de funcionar es tarea de titanes.
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