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Tiempos de cambio

Tiempos de cambio

está claro que en Euskadi se está produciendo una serie de acontecimientos importantes en distintos ámbitos que nos están presentando un escenario de estabilidad, normalización y progreso, -que ya iba siendo hora-, aunque todavía persisten algunos estigmas del pasado y algunos puntos negros en nuestras empresas que siguen sin resolverse por no haber sabido poner en marcha los instrumentos financieros necesarios.

En muy pocos lugares del mundo se dan los niveles de estabilidad, responsabilidad y progreso que existen en Euskadi y que han quedado demostrados en la conformación del Gobierno Vasco a tan solo un mes después de la celebración de las elecciones y desde la complejidad que supone hacerlo de manera coaligada entre dos partidos que, aunque sean viejos conocidos, no por ello no dejan de ser antagónicos en cuestiones importantes desde el punto de vista identitario y modelo social.

Precisamente, esos intangibles hacen que los procesos electorales y los de conformación de gobiernos, aún siendo de coalición, se hagan con toda la naturalidad en Euskadi y que la investidura del lehendakari sea aplaudida unánimemente por todo los grupos del Parlamento Vasco. El modelo vasco está sirviendo como referencia en otros lugares del Estado, hasta el punto de ser puesto como ejemplo en editoriales de importantes periódicos o de provocar que la maquiavélica y previsible líder del PSOE, Susana Díaz, pasase de un día a otro de la indiferencia más absoluta a felicitar a la secretaria general del PSE, Idoia Mendia, por el acuerdo alcanzado.

De la misma forma que la concesión de la Medalla de Oro de Navarra que ayer le otorgó el gobierno de este territorio al ilustre físico Pedro Miguel Etxenike, es otro signo de que la situación en Euskadi está cambiando y que vamos por la senda de la normalización y la convivencia, a pesar de que algunos nostálgicos siguen añorando tiempos pretéritos. Igual porque de la necesidad hay que hacer virtud, esos nostálgicos tuvieron que escuchar de boca de un gran científico como Pedro Miguel Etxenike que por ser navarro se es vasco y euskaldun, sin que, por ello, haya ninguna incompatibilidad, sino todo lo contrario, por ser elementos consustanciales y no excluyentes.

Precisamente, vino bien la analogía que Etxenike hizo en su discurso de agradecimiento, al poner de relieve las lecciones de libertad y de convivencia que nos da la Naturaleza cuando los salmones que remontan el Bidasoa para desovar, después de atravesar largas distancias por el mar, desconocen que ese río sirva de frontera entre dos Estados y que cuando se encuentran en una u otra orilla pueden estar en Lapurdi o en Gipuzkoa, para luego adentrarse en territorio navarro para reproducirse.

La Medalla de Oro de Navarra concedida a Etxenike es un ejemplo de que los tabúes preconcebidos y las fronteras y limitaciones impuestas artificialmente por la política se desvanecen a nada que el raciocinio y la normalización de pensamiento se apoderan de la praxis diaria.

En este contexto de normalización es importante resaltar la reanudación del diálogo entre la patronal Confebask y los sindicatos ELA, LAB, CCOO y UGT para blindar el marco de los convenios vascos frente a los de ámbito estatal por lo que supone de una magnifica novedad tras muchos años de desencuentros y de no profundizar en una cuestión que es clave en este país y que, como hemos visto, no ha quedado resuelta por la reforma laboral, tan alegremente saludada por los empresarios en julio de 2013, por lo que suponía de desaparición de la ultraactividad en los convenios.

En principio que la patronal y los sindicatos se comprometan a blindar los convenios vascos frente a los estatales por razones de todo punto de vista lógicas, -si se tiene en cuenta que los ámbitos de aplicación tanto económica y social son radicalmente diferentes-, no debería ser considerado como un hecho extraordinario, como algunos pretenden, sino que la pregunta que hay que hacerse es por qué Confebask lo plantea ahora y no antes, cuando todo el mundo sabía de las consecuencias negativas de la reforma laboral.

Como no parece que Confebask se haya caído ahora del caballo como San Pablo y haya descubierto las bondades del Marco Vasco de Relaciones Laborales, -que defiende el PNV en su programa en las elecciones al Congreso de Madrid y que aparece de manera sutil en el acuerdo de gobierno con el PSE-, habrá que colegir que los intereses de la patronal vasca para convocar esta reunión con los representantes sindicales puede obedecer a otras razones que, hasta ahora, no han aflorado públicamente.

Y este cambio de actitud de Confebask de comprometerse en el blindaje de la negociación colectiva vasca sin ninguna condición, -cuando en el año 2011 pedía a los sindicatos paz social a cambio de iniciar las negociaciones para alcanzar un acuerdo interprofesional que, evidentemente, no se materializaron-, puede estar relacionado con la necesidad de reafirmar la exclusividad en la negociación colectiva frente a nuevas asociaciones patronales que han surgido y aquellas de tipo sectorial que han firmado convenios provinciales, en donde la entidad liderada por Roberto Larrañaga no tiene presencia.

La aparición de la nueva patronal Garen y la firma en Bizkaia de convenios en el sector de la Hostelería y del comercio textil con las asociaciones patronales del sector han podido encender las luces de alarma en Confebask ante la posibilidad de perder el control en la interlocución con los sindicatos y ha provocado el inicio de una negociación con las centrales a partir de un documento sencillo en su contenido y que debe ser ampliado en la reunión que celebrarán el próximo 10 de enero.

Mientras desde el Gobierno Vasco se podrían dar pasos a la hora de clarificar la representación que tienen las asociaciones patronales, tanto las viejas como las nuevas, para romper con una situación que no aporta nada y dar carta de naturaleza a una realidad existente y hasta ahora desconocida. Su conocimiento es del todo simple a partir de constatar el número de empresas asociadas y la plantilla de trabajadores que disponen. De esa forma se acabarían los problemas que en este momento pueden existir.

Ya no vale decir que se pertenece a la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) para argumentar que se tiene legitimidad para estar en una mesa intersectorial, sino que habría que demostrar que se tiene al menos el 15% de representación. Es muy difícil cambiar de paradigma de un día para otro, cuando, hasta ahora, la interlocución empresarial ha sido unívoca y, por lo tanto, cómoda a la hora de la gestión.

En este país, aunque algunos quieran interpretarlo como aparición de nuevas oportunidades, lo cierto es que se siguen vendiendo empresas con producto bien posicionado en el exterior, muy internacionalizadas, financieramente bien saneadas y con interesantes márgenes de explotación a inversores extranjeros, por no haber sido capaces de poner en marcha instrumentos financieros adecuados para evitar la previsible deslocalización de sus órganos de decisión por mucho que el problema sea viejo y venga de lejos. En Gipuzkoa, en pocos meses se ha firmado la venta de algunas pymes a fondos estadounidenses y españoles sin que nadie a ningún nivel haya mostrado la mayor preocupación por esta cuestión.

También hay que estar vigilantes con el Concierto Económico porque al menor descuido aparece alguien para volver a insistir de que es un instrumento de privilegio y que el régimen fiscal de la CAV y Navarra no es que debe desaparecer, sino que se tiene que equiparar al común estatal y no al revés, como debiera plantearse de manera lógica si fuera cierta la premisa.

Semejante despropósito lo han planteado las fundaciones Fedea, Fundación de Estudios de Economía Aplicada, y Olof Palme que han reunido a un grupo de economistas y políticos españoles, -curiosamente, solo uno vasco-, para deliberar sobre la financiación de las comunidades autónomas. Una de sus conclusiones es que esa pretendida armonización partiría de “mejorar el cálculo del Cupo y la aportación”, una cuestión en la que los vascos podríamos estar de acuerdo porque así no tendríamos en el debe los 1.600 millones de euros que el nuevo consejero de Hacienda y Economía, Pedro Azpiazu, reclamará al ministro de Hacienda y Función Pública, Cristóbal Montoro, en la primera reunión sobre esta cuestión que celebrarán mañana, tras nueve años de litigio.

Si cuando se habla de mejora del cálculo del Cupo es aumentar la aportación, habrá que recordar a los sesudos catedráticos y economistas que la deuda se eleva a 4.400 millones más que es lo que se ha pagado por concepto de población que no nos corresponde y por nuestra contribución real al PIB estatal que no es del 6,24%, cuando se negoció en 1980, sino del 6,1%. Me sorprende que los responsables de estas fundaciones, que organizan reuniones por todo el Estado desde el mes de febrero, no se les haya ocurrido llamar al exconsejero de Hacienda, Pedro Luis Uriarte, para que les explicase lo que es el Concierto Económico, de la misma forma que lo está haciendo a lo largo de todo Euskadi. Una prueba más del analfabetismo que existe en el Estado sobre el Concierto Económico.