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Un país en venta

Cuando el vicepresidente de Kutxabank y presidente de Kutxa, Xabier Iturbe, afirmó el pasado mes de octubre, en unas jornadas organizadas por Alde Zaharreko Kaskarin Elkartea de Donostia, del peligro de que "Gipuzkoa puede pasar de ser un territorio de emprendedores a un territorio de rentistas", algunos se pudieron llevar las manos a la cabeza al pensar que la capital guipuzcoana pudiera convertirse en un futuro próximo en un reflejo calcado de lo que es Biarritz al otro lado de la muga. De hecho, la actual capital cultural de Europa cuenta de partida con todos los mimbres para ello, ya que es una de las ciudades del viejo continente con un mayor número de habitantes de la Tercera Edad.

Pero al margen de la situación demográfica como consecuencia de los bajos índices de natalidad, la reflexión de Iturbe se ve confirmada día a día cuando se perciben grandes dificultades para asegurar la continuidad de las empresas, que en estos momentos están activas y que han formado parte de la proyección de la buena imagen que tenemos en el exterior como país, por la falta de continuidad ante la ausencia de un relevo generacional al frente de las sociedades, así como a la inexistencia de unos instrumentos financieros propios que tengan como objetivo garantizar la permanencia y el anclaje de esas compañías en el territorio para evitar perder su capacidad de decisión.

El hecho de que Euskadi está en venta no es una ocurrencia de alguien que ve la botella medio vacía, sino la constatación de una realidad que cada vez más se está haciendo más visible por la situación de inestabilidad e incertidumbre que están ofreciendo los mercados internacionales debido al decrecimiento de China, la falta de expectativas de los países emergentes, la caída del crudo y de las materias primas, etc., y que está obligando a los inversores a dirigir su atención hacia zonas que pueden ofrecer cierto atractivo como puede ser este país.

exceso de confianza En un momento en que hay un exceso de liquidez monetaria en el mundo con grandes problemas de colocación por la ausencia de demanda, los inversores están buscando mercados que puedan ofrecer cierta rentabilidad, aunque sea en el sector industrial -que exige periodos de maduración más largos que en otras actividades económicas-, con lo que Euskadi se ha convertido en un objeto de deseo al contar con empresas punteras en tecnología e inversión en I+D, financieramente saneadas y muy rentables y que necesitan un socio inversor industrial potente para su desarrollo o, por el contrario, están en venta porque la actual propiedad de origen familiar tiene problemas para encontrar alguien que garantice su continuidad.

A esta situación hay que añadir la estabilidad política y la seguridad jurídica que ofrece Euskadi, que se presenta como la gran excepción a la regla que en estos momentos impera en todo el Estado español y un patrón de referencia en el exterior, lo que provoca que muchos inversores estén entrando directamente en el capital de las empresas desde una posición de control, sin que desde instancias políticas, empresariales, financieras y sociales de este país se hayan planteado mecanismos de respuesta para evitar esas operaciones a través de instrumentos de inversión propios y evitar el traslado de la toma de decisiones a instancias ajenas a los intereses de este país, con todo lo que ello puede suponer de efecto negativo sobre el futuro de nuestro tejido empresarial.

La entrada del grupo alemán EBM-PAPST en el Grupo Ikor, fabricante de circuitos electrónicos con sede en Donostia, tras la venta de 50% más una acción de su capital, más la adquisición por parte del fondo de capital riesgo Portobello del productor de rodamientos Laulagun Bearings de Olaberria, materializadas a lo largo del pasado mes de diciembre, se presentan como la primera entrega de otras operaciones similares que pueden realizarse en los próximos meses en Gipuzkoa a nada que no se pongan en marcha cortapisas para evitar este proceso paulatino y lento de descapitalización empresarial que puede haber empezado.

Aunque el caso del Grupo Ikor y el de Laulagun Bearings no tienen nada que ver entre sí, ya que el primero tiene su origen en el gran atractivo tecnológico que tiene la empresa donostiarra, así como las importantes implantaciones fabriles que tiene en China y México, y el segundo es una simple operación de venta de una empresa a un fondo de capital riesgo -con todo lo que ello supone-, porque sus propietarios, a punto de jubilarse, no han encontrado quien desee continuar con la sociedad, sin embargo estas dos operaciones nos tienen que llamar a la reflexión sobre el futuro que vamos a dejar a las futuras generaciones.

En caso del Grupo Ikor, demuestra de manera grave la ausencia de una herramienta propia financiera potente, al margen del sistema tradicional bancario, que satisfaga las necesidades de las empresas en sus inversiones en I+D y en el desarrollo comercial de esa investigación aplicada en el mercado global para evitar, como ha ocurrido en esta ocasión, que un grupo alemán que factura 1.600 millones de euros, de los que el 10% se invierte en I+D, se fije en una compañía que vende 60 millones porque cuenta con una tecnología de tal nivel que el comprador, a pesar de su tamaño, no dispone. Es la imagen de David frente a Goliat que se refleja cuando nuestras empresas adquieren un alto nivel de desarrollo tecnológico reconocido en el mundo.

Por ello, es gratamente satisfactorio comprobar que un grupo alemán de ese nivel haya entrado en una empresa como Ikor por el altísimo nivel tecnológico que dispone y que es complementario a su actividad, hasta el punto de que el nuevo socio industrial se ha comprometido a continuar y potenciar el centro de I+D que la empresa tiene en Donostia para el desarrollo de nuevos productos.

políticas de incentivo En este contexto habrá que preguntarse para qué sirven las políticas de incentivo de la I+D y procurar el máximo nivel de excelencia de nuestras empresas, si cuando llegan a un determinado nivel de conocimiento carecen de la necesaria dimensión y recursos para abordar desde posiciones sólidas y competitivas un mercado cada vez más globalizado.

Esto es lo que le ocurrió a la cooperativa Kiro Robotics, fabricante de un robot suministrador de medicamentos de oncología que en aquel entonces era una innovación global, que se vio forzada en septiembre de 2014 a dar entrada, a través de una ampliación de capital, a la multinacional Grifols para que tuviera una participación del 50% y de esta forma resolver las dificultades que una pequeña empresa, pero con un gran producto, tenía para comercializarlo en el mercado sanitario mundial. La misma razón fue la que motivó que la compañía Createch Medical, una empresa nacida en el seno de la Corporación Egile, dedicada a la fabricación de prótesis dentales de un gran valor tecnológico inexistente hasta entonces en el mercado, se viera obligada en octubre de 2013 a vender el 30% de su capital a la multinacional suiza Strauman, líder mundial en el sector de la implantologia dental

La aparición de fondos de capital riesgo no es nueva entre las empresas guipuzcoanas, aunque en los últimos años se ha acrecentado. La operación más destacada fue la entrada de Proa Capital en la empresa Ibermática con una participación del 55%, tras la decisión de Kutxabank, en aquel tiempo presidida por Mario Fernández, de desinvertir en la que en aquel tiempo era la compañía líder de sistemas de software en el Estado. El pasado mes de marzo Diana Capital se hizo con el 80% del capital de Fundiciones del Estanda por la falta de continuidad en una empresa que era propiedad de los sobrinos de uno de los fundadores. La lista puede continuar con la compra por parte del fondo Espiga Equity Partners del 35% de la hernaniarra Ubis, especializada en la fabricación de cintas adhesivas. El destino que han tenido cooperativas como Fagor Electrodomésticos o Fagor Mueble también merecería ser objeto de una profunda reflexión.

Ante esta situación se impone de manera urgente la puesta en marcha de una entidad a modo de agencia o sociedad de capital para que con mentalidad industrial y vocación de largo plazo realice inversiones en empresas vascas, bien con carácter sustitutorio ante la falta de continuidad en la propiedad, de expansión para responder a las necesidades de desarrollo, inversión en I+D e internacionalización de nuestras compañías o favoreciendo procesos de concentración y formación de alianzas en sociedades complementarias para fortalecerlas y abordar nuevos mercados.

Esta sociedad de iniciativa privada y con apoyo público que, al margen de su carácter estratégico de defensa del tejido empresarial vasco, tiene que operar con criterios de rentabilidad podría ser liderada por entidades como la SGR Elkargi, que tiene un conocimiento exhaustivo de la situación de nuestras empresas y una amplia experiencia como agente financiero con la colaboración de otras entidades tanto financieras como económicas y empresas del país. La posibilidad de incentivar esas inversiones desde un adecuado tratamiento fiscal, aprovechando las capacidades que nos ofrece el Concierto Económico, puede ser también otro elemento a tener en cuenta para impulsar esta iniciativa que, en estos momentos, se presenta totalmente necesaria ante la coyuntura en la que nos encontramos.