¿QQuién quiere casarse con mi televisión? La pregunta viene por el tratamiento general de las elecciones catalanas. Un caso inaudito según el cuál ha perdido todo el mundo. Desde el punto de vista televisivo, los que más listos anduvieron fueron los de La Sexta: el matrimonio Ferreras-Pastor hicieron toda una demostración de lo qué es una noche electoral, metiendo tensión en la inexorable información que aparece cada vez más rápido. En el lado contrario la masa mediática que se ha pasado toda la campaña electoral hablando de los malos augurios que supondría la segregación de Cataluña. Desde ese punto de vista, los resultados catalanes dan un empate que podría deshacerse apenas preguntaras a la gente. Pero no. Aquí se amenaza mucho pero luego no se quiere preguntar, no vaya a ser que la gente esté por la labor de marcharse. Y puede que la clave de toda esta incertidumbre nos la diera el mismísimo Fernando Trueba cuando negó su nacionalidad: “nunca me he sentido español” afirmó al recoger el premio nacional de cinemantografía que le otorgaron en Donostia ante el ministro de Justicia que le hizo poco después la entrega de la pasta. Trueba tiene mucha razón, porque después de 40 años de iglesia y franquismo aquí los ánimos nacionales se quedaron bajo mínimos. Es tarea de la tele la de levantar el ánimo y puede que, por eso, ahora ofrezca a sus trabajadores la oportunidad de jurar bandera. Todo un honor para algunos y algo prescindible para otros, entre los que me encuentraría. No sé si alguien recordará la jornada del domingo como la menos atractiva de las noches electorales. Nadie había ganado y todos los que perdieron parecían haber ganado. En realidad, televisivamente los de La Sexta no tuvieron rival en el resto. El matrimonio Ferreras/Pastor aportó una coordinación en los discursos que dan ganas de que te inviten a comer cualquier día, del buen rollo que transmiten los dos.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
