Siempre estamos esperando series como Mar de plástico. Hay un pacto entre los espectadores para valorar todo lo posible historias que tengan como protagonistas personajes que pudieran ser uno de nosotros o, si me apuran, uno de los nuestros. Por eso, el éxito de esta ficción de Antena 3 le sucede al que hace un par de semanas cosecharon Olmos y Robles en TVE. Ambas series ahora son competencia: lo que una recibe lo pierde la otra. Hay que saludar la apuesta de Antena 3 por renovar el mundo televisivo a costa de apostar por las series de televisión. Una apuesta con la que sale ganando todo el mundo, sobre todo el cine que esta semana se encuentra en una de las grandes fiestas del año en el festival de Donostia. Un marco donde Fernando Trueba firmó una de las gestas más valientes de los intelectuales de los últimos años al declarar que él no se sentía español y haciéndolo delante de un ministro que le estaba dando un premio con un cheque al portador. A Trueba le ha caído la del pulpo y vete tu a saber si la historia no acaba todavía peor. Los tertulianos de todas las cadenas y antenas lo han criticado tanto que se podría decir que lo han colocado debajo de los caballos. Es posible que este chaparrón de críticas a alguien que intenta darle la vuelta a la crispación que esta sociedad está padeciendo por parte de los formadores de la Opinión Pública que desayunan, almuerzan, meriendas y cenan dando consignas en las tertulias de la televisión. Vista la reacción que ha habido por las declaraciones de Fernando Trueba, lo lógico es que este decidiera salir pitando de un país que no alcanza a entender que alguien discrepe o, simplemente, no tenga claro si quiere seguir en un país cuyo presidente de Gobierno castiga a sus ciudadanos pasándose la Constitución por su arco del triunfo. Y tuvo que ser un periodista (yo de mayor quiero ser un poco Carlos Alsina) quien le llamara al orden. Ya ven que el periodismo independiente es hoy más imprescindible que nunca.
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