iba ayer al mediodía de vuelta a casa cuando me crucé con un par de chavales de unos 12 o 13 años. Ahora los chavales y chavalas llevan la música incorporada en sus móviles y ponerse unos cascos es de moñas. Lo importante es que se escuche lo que has puesto en el móvil y que todo aquel que pase cerca te escuche, mientras te bamboleas como si fueses a atracar un banco y vas perdonando vidas. Esto no ha variado mucho con el tiempo, va con la edad. Aceleré el paso porque oí que era rap y a mi el rap me exalta los nervios, pero fue insuficiente para no escuchar una frase suelta: todas esas chicas a las que te follas. 100 metros más adelante me volví a cruzar con dos más, en este caso chavalas, y también salía de sus móviles un sonido parecido, esa cosa inane, sin melodía, sin instrumentos y con letras mejores o peores pero en todo caso muy lejos de llamarme la atención y sí ganas de coger el puto móvil y tirarlo al río. Llegué a casa pensando en si dentro de 40 años esos chavales seguirán teniendo en casa discos de rap en los que se folla o si, más seguramente, no escucharán música. Sin entrar en si la letra que escuché es o no apropiada para chavales de 12 años, que para eso ya están sus padres, a mí lo que me alucina es lo de las modas, porque por la zona por la que me muevo el volumen de gente joven escuchando esa clase de mierda es enorme, aunque puedo entender que sea un estilo que les llame la atención por lo que tiene de supuesta rebeldía, facilidad, cierta creación y frases potentes y llamativas. Música no es, pero el resto sí que lo tiene y hasta ellos pueden intentarlo. El caso es que me entró la risa al imaginármelos con 50 años escuchando rap mientras friegan los platos y poniendo a parir la basura que oirán los chavales en 40 años, que mi imaginación no alcanza a intuir de qué clase de putrefacto asunto importado se tratará.
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