La televisión de pago sigue creciendo y ya ronda los 5 millones de espectadores. Un millón de ellos se ha sumado en el último año. Eso indicaría ciertos síntomas de mejoría económica. Podría ser; pero lo cierto es que es tan mediocre el nivel de la televisión gratuita que lo lógico es que plataformas como la de Telefónica vengan a pescar a este río. Además con la connivencia de los actuales rectores de TVE que parece que trabajan para la competencia. Lo último que se ha sabido es que José Luis Moreno vuelve a TVE para presentar un programa de variedades como el que ha hecho toda la vida. Y es, que hasta su título, La alfombra roja, despide un olor a naftalina insoportable. Como el de aquellas abuelas del quinto derecha cuando sacaban los abrigos de invierno en octubre, José Luis Moreno abre el armario de la tele para quien no tenga mucho olfato y aguante lo que sea con tal de que se lo pongan gratis y sin anuncios. La naftalina debería estar prohibida en el mundo audiovisual como dicen que lo va a estar el tabaco en los futuros filmes y series de Disney. Sería lo justo, ¿no? Si vamos a decir adiós a la boquilla de Cruella de Vil pues que en compensación alguien ventile TVE y anule el programa del ventrílocuo. Para hablar de justicia en televisión, lo suyo es mentar la repercusión del programa Salvados de Jordi Évole sobre Zaida, la capitán del Ejército de Tierra que denunció a un teniente por abusos sexuales y que posteriormente fue ignorada en el Congreso de los diputados por el ministro de Defensa. El relato de Zaida puso al espectador los pelos de punta, pero todavía irritó más el intento de tapar todo el asunto con paladas de naftalina. El ministro Morenés tuvo que rectificar. Las elecciones van a dar lugar a marchas atrás como la del caso Zaida. Pero el mérito está en que existan programas valientes como Salvados. Un poco de nicotina y mala leche en medio de una tele con olor a orines: errática y antigua.