Eso de invitar al espectador a que decida sobre los contenidos que emite la televisión es una hoja de doble filo. Puede que dé una respuesta inmediata pero puede que el público mienta o, directamente, se cachondee del programa. Ocurrió en el famoso partido del Madrid-Barça. Encuentro seguido por más de 11 millones de espectadores, seis horas de programación y emitido por 165 países. Un evento planetario. Como es habitual en TVE, se plantearon la pregunta sobre quién había sido el mejor del partido. Algunos vieron un filón en la respuesta: eligieron a Pinto, el portero del Barcelona, para colar su gracia en directo. Alguien se debió dar cuenta del sabotaje o del cachondeo y, según parece, omitieron el nombre del ganador. Y es que hay preguntas que las carga el diablo. Tanto como las adaptaciones y los obituarios. El de García Márquez llevaba preparado varios años. Se ha notado mucho porque hay entrevistados que hablan de García Márquez con la imagen de hace un tiempo y ahora lucen más canas o menos pelo. Resulta paradójico que el gran fabulador colombiano tuviera tan malas adaptaciones cinematográficas y televisivas de sus obras. Y más para un autor cuyo segundo lenguaje era el audiovisual. El nobel de Literatura eligió La Habana para crear la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL) con la idea de ir unificando y fomentando las propuestas del nuevo cine latinoamericano y también en Cuba creó la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, donde impartió durante varios años el taller Cómo se cuenta un cuento. Precisamente de la adaptación televisiva colombiana de su novela La mala hora extraigo esta frase que anima a la reflexión y que alimenta las ganas de ponerse a la tarea: "Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra". Y lo bueno es que no hablaba del fútbol.
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