Gu gira Euzkadiko Gaztedi berria, Euzkadi bakarra da Gure aberria.

Desde que el médico lapurtarra Michel Labeguèrie la diera a conocer en 1961, esta melodía fue la banda sonora de aquellos Aberri Eguna arriesgados y apasionados durante la dictadura, aquellos Aberri Eguna entre la épica y la clandestinidad en los que no solamente participaban las diversas sensibilidades nacionalistas vascas sino también los afiliados y simpatizantes del Partido Comunista de Euskadi, los de las activas organizaciones de extrema izquierda por aquel tiempo omnipresentes y hasta algunos socialistas "eibarreses" espontáneos de un Partido Socialista casi desconocido y siempre ausente.

Aberri Eguna comenzó siendo una fiesta de reafirmación nacionalista en el tiempo previo a la contienda civil, pasó por la catacumbas de la postguerra, resurgió como pura -y hasta heroica- confrontacíón en el franquismo y postfranquismo, pasó por el desierto de la división con el fondo de ETA y Xiberta, para terminar siendo una celebración casi de obligado cumplimiento en la que los partidos que la festejan -desde hace décadas casi exclusivamente nacionalistas- se ven obligados a un ejercicio de imaginación para colocarle lemas apropiados al momento.

Euskadi Europara begira (Euskadi mirando a Europa), es la consigna que el PNV expondrá en la Plaza Nueva de Bilbo; una consigna que curiosamente repite (Euzkadi Europa) la que ese partido exhibió en el Aberri Eguna que celebró en Donostia en 1933.

Los partidos integrados en EH Bildu (Sortu, EA, Aralar, Alternatiba y Abertzaleen Batasuna) lo harán por partida doble, ayer en Larresoro (Lapurdi) y hoy en Iruñea bajo los lemas Euskal Herrian erabaki y Zazpiak Bat!, en referencia al derecho de los vascos a decidir su futuro y a la unificacíon de Euskal Herria. En el acto de la capital navarra se sumarán a la manifestación programada por Independentistak Sarea que, en definitiva, está integrada por el mismo sector social.

Este va a ser el programa de festejos. Con más o menos ruido, con más o menos concurrencia, con más o menos entusiasmo, con más o menos riesgo, cada uno expondrá su discurso con la seguridad de hacerlo para los de casa y con la única y sempiterna sospecha de que ETA -todavía- pudiera sumarse a jornada actualmente, y menos mal, a través de un comunicado y sin sobresaltos.

Celebrar en los tiempos que corren el Día de la Patria Vasca, haciendo abstracción del componente emocional y agitador que conlleva, es ejercicio complicado cuando uno pretende dotar de contenido real a la reivindicación. Teniendo en cuenta que quienes lo celebran no pueden renunciar a la demanda de independencia para Euskal Herria, la cruda realidad nos sitúa ante muros de tal envergadura que podrían convertir ese deseo en una agobiante reivindicación siempre pendiente.

Concebir la patria vasca independiente como un Estado decimonónico (con sus fronteras, su ejército, su moneda...) podría ser la ensoñación de algún sabiniano trasnochado. No queda otra que un esfuerzo de imaginación para situar a nuestro pequeño país en una Europa de los Pueblos hoy por hoy defendida muy minoritariamente en las actuales instituciones europeas. Este sería el camino, aunque quedaría por definir la travesía de una nación sin Estado para encajar en esta Europa de estados a veces plurinacionales pero todavía no reconocidos.

Entre medio, el terreno pantanoso de convencer primero a los propios, a los vascos que aunque afirman sentirse como tales no quieren renunciar a su nacionalidad española o francesa, y después cargarse de argumentos para que sea legalmente insostenible negar a los pueblos su derecho a decidir. Tareas, por supuesto, de largo recorrido que será preciso adecuar en cada momento a las realidades cambiantes del devenir histórico.

Difícil, claro, pero de ninguna manera irrenunciable.

La celebración de hoy, Aberri Eguna, con sus diversos y respetables lemas y expresiones, sigue siendo necesaria para mantener viva la reivindicación de una patria vasca y para trazar líneas de trabajo que la hagan posible. Desde aquellas jornadas folklóricas, heroicas, durísimas e intensas de pasados Aberri Eguna hemos llegado a un clima político en el que el camino del derecho a decidir ya está abierto y las reivindicaciones de soberanía no son ajenas en una Europa aún muy lejos de quedar definida.