españa es muy bonita. Tiene mar, campos, bosques, ríos, montañas, llanuras, valles, pueblos, ciudades y toros. Las personas que viven en España son muy simpáticas y alegres y buenas y quieren mucho a su familia y a sus amigos como hacen mis papás y van a misa o no los domingos y a veces los sábados como mi papá si los domingos hay fútbol y hay un Rey y una Reina y un Príncipe y una Princesa y luego más gente. Mi papá tiene un 1430 morado. La Policía española es la mejor del mundo, seguida -según mi papá- de la coreana y la secreta, que no sé de qué país es. Los políticos españoles todo el dinero que no es suyo lo devuelven, antes o después, más después según mi papá. La paella española es la más rica. Y la sangría. Y el cocido. Y la chistorra. Montones de cosas son las mejores. Nadie gana a la selección española desde ni se sabe. Gibraltar español. Las cárceles están las que más limpias de todas, como las calles, los aseos públicos, las cunetas, las fosas comunes y las tapas de las tazas de váter de los baños de hombres de los bares y el Congreso de los Diputados y el Senado y la CEOE y todo, porque el español es muy de limpiar. De siempre. Escribir este texto me está empezando a resultar ofensivo y estoy a punto de levantarme y gritarle a la puta morsa de profesora de redacción que se meta el ejercicio por su enorme culo y que deje de tocarnos las futuras tetas que a fin de cuentas nosotras aún tenemos solo nueve años y no tenemos la puta culpa de que los mamones de nuestros padres nos metieran a este colegio casposo de mierda de aquí de Madrid con la gilipollas de la nieta del ministro de los huevos que no es más tonta porque no se entrena y a ver si dan ya las cinco y media de una vez y nos vamos a tomar por culo de aquí y salen los del cole de enfrente y nos ofendemos mutuamente un rato que eso sí que mola, copón.
