nos pegamos casi diez años viviendo en un cuarto sin ascensor y el año pasado nos cambiamos de casa -por hacer algo- y esta tiene ascensor. Como el piso es un primero y tampoco es que entonces le fuésemos a sacar un partido loco al ascensor, que era toda una novedad, porque subir escaleras no nos da pereza, hicimos lo que toda pareja normal y sensata hace en estos casos para aprovechar que la tecnología está ahí para ayudarnos y así no hacerle ascos al constructor, que si puso el ascensor ahí digo yo que sería para que se usara. Al ser nosotros como somos así de agradecer las cosas decidimos que la única manera de integrarnos en esa nueva comunidad aunque solo fuera por la vía de utilizar el elevador y mantener las clásicas conversaciones vecinales era la obvia, que tampoco es que nos costara un esfuerzo especial, no crean: tener un hijo. Yo sé de gente que ha tenido hijos por motivos aún mas raros: ser feliz y no sé qué. Es cierto que puedes cargar escaleras arriba con ocho kilos de hijo en el brazo izquierdo, la silleta llena de aperos en el derecho y las bolsas de la compra aparcadas en batería colgando del cimbel, pero créanme si les digo que tiene su intríngulis. Sobre todo el enano, que se mueve. Aunque una vez llevaba una langosta viva y se salió de la bolsa. Subimos propulsados. Con ascensor eso no pasa y la verdad es que da gusto y él y la langosta se entretienen mucho con las lucecicas y los botones. Además, como él se parte el culo cuando se ve en el espejo, lo que hacemos es viajes hasta la última planta, la sexta, y luego para abajo, para los garajes. Y vuelta. Nos pegamos el día ahí dentro. Ahora lo que no usamos es la casa y ya la tenemos puesta a la venta. Quiero decir, que nos vamos adaptando al medio y usamos lo im-pres-cin-di-ble. Les cuento esto por si les sirve para lo suyo. Para que vean que se puede.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
