Es una evidencia hoy que los precios de la vivienda se encuentran más altos que nunca en nuestra ciudad de San Sebastián y en casi todo el país, habiendo llegado el mercado a un punto límite de tensionamiento de precios. Este ciclo alcista no es nuevo, se repite cada cierto tiempo llevándonos a unas cotas de precios, que como en la actualidad, empiezan a ser difíciles de “digerir” por cada vez una mayor parte de la población.

Me llama la atención que en cada uno de esos ciclos alcistas se repite una circunstancia en torno a la actitud de la población que en cada uno de esos momentos está pensando en vender una vivienda, y es que a pesar de que nos encontremos en “precios record”, donde ya de por sí cualquier vivienda se encuentra superando cualquier precio anterior, siempre parece que para cada propietario de vivienda no es suficiente y es muy frecuente que los precios en los que salen a la venta se “retuerzan” incluso por encima de los precios “naturales” del mercado ya de por sí tensionados. Diría, en este sentido, que la especie humana se muestra insaciable, pues, incluso en una situación beneficiosa como ésta, queremos más…

“Es muy frecuente que los precios en los que salen a la venta se retuerzan incluso por encima de los precios “naturales” del mercado ya de por sí tensionados”

Me hace mucha gracia que exista una tendencia generalizada a tachar en muchas ocasiones como especuladores a los promotores que participan en los desarrollos edificatorios invirtiendo y arriesgando su dinero, cuando resulta que dentro de cada uno de nosotros existe un “pequeño gran especulador” cuando de la venta de nuestra propia vivienda se trata. Es cierto que normalmente esa vivienda se ha adquirido con el esfuerzo de muchos años de trabajo, pero no deja de resultar chocante que casi siempre nos parece poco el precio que nos pagan cuando queremos vender y mucho cuando queremos comprar.

Obtener el precio máximo

En cualquier caso, es entendible que se quiera obtener el mayor rendimiento posible por la venta de una vivienda y en este punto, lo que sucede también con cierta frecuencia es que muchos vendedores quieran obtener el precio máximo posible sin, digamos, merecerlo o hacer nada por conseguirlo…. Y me explico.

Digamos que el valor de una vivienda no es un precio justo, exacto, sino que se movería en una franja de valor con un máximo y mínimo en el que oscilaría en función a diversos factores tales como la situación del mercado en ese momento, el estado, ubicación y categoría del inmueble, su precio y también por último la forma en que se prepare y presente ante los posibles compradores. Y estar en la parte alta o baja de dicha franja sí puede depender de cómo se proponga hacer las cosas el propietario o si, directamente, decide hacer algo más o no.

“No deja de resultar chocante que casi siempre nos parece poco el precio que nos pagan cuando queremos vender y mucho cuando queremos comprar”

En ese sentido, yo suelo equiparar la vivienda a la hora de prepararla, a ese novio o novia que se casan y que durante 2 o 3 meses realizan sus pruebas de vestido, peinado o calzado para estar estupendos el día de la boda y gustar a familiares y amigos invitados, pues la vivienda de alguna manera también hay que prepararla para que el día de su “boda”, cuyo equivalente es su “lanzamiento al mercado”, se encuentre lo más atractiva posible y pueda gustar al mayor número de potenciales compradores posibles, de modo que alguien pueda realizar la puja más alta dentro de esa franja de valor comentada.

Viviendas que echan para atrás

Nos encontramos en muchas ocasiones con viviendas sucias, desaliñadas, con desconchados en paredes, suelos rayados, mobiliario antiguo o en muy mal estado, sin detalle decorativo alguno, a veces llenas de muebles o incluso trastos o elementos muy personales por todas partes que pueden “echar para atrás a cualquiera”. Un profesional inmobiliario está preparado y muy habituado a leer entre líneas, con capacidad para visualizar el potencial que tiene cualquier vivienda, pero una persona normal de la calle probablemente no tenga esa capacidad y por tanto haya que ayudarle a visualizar su potencial y para entender que incluso, aunque no se haya dado cuenta, puede ser la vivienda de sus sueños.

“El valor de una vivienda no es un precio justo, exacto, sino que se movería en una franja de valor con un máximo y mínimo que depende de varios factores”

La venta de una vivienda al mejor precio depende mucho de la capacidad de generar numerosos contactos de potenciales compradores para la misma y esa capacidad depende por supuesto del mercado, pero también de atender el detalle y de invertir, cuando es necesario, en preparar el inmueble para hacerlo atractivo y para ayudar a que las personas visualicen todo su potencial y ayudarles a sentir que en esa vivienda se encuentra su futuro.

Seamos realistas, quererlo todo por nada es en muchas ocasiones una utopía. Máximo precio con mínima o nula inversión no casan demasiado bien, por eso recomendamos realizar un análisis del inmueble antes de su venta, tanto en cuanto a su valor real, como a los puntos de preparación del mismo para su puesta en escena. Recomendamos en definitiva analizar y realizar si es conveniente un vaciado completo o parcial, un pintado, un barnizado o por ejemplo un amueblamiento de “Home Staging” para realzar sus espacios y hacerlo más atractivo.

“La venta de una vivienda al mejor precio depende mucho de la capacidad de generar numerosos contactos de potenciales compradores”

Que no tengo tiempo, que me da pereza, que no sé cómo hacerlo, no es excusa cuando se trata de hacer las cosas bien. Hay profesionales que te pueden ayudar y llegar mucho más allá de lo que uno mismo puede. 

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