tuve una vecina simpatiquísima que follaba con su novio mientras tenían puesto El Canto del Loco. El erotismo es un asunto muy privado y a ver quién soy yo para opinar qué hay que poner o dejar de poner cuando se folla. Le cogí cariño. A El Canto del Loco. Porque la vecina me caía bien. Muchos años después, soy incapaz de recordar una sola canción, pero sí los suspiros y bramidos de ambos, que se colaban entre los silencios que dejaban las notas y también entre los tabiques casi de papel de aquella casa. Supongo que habrá madurado y que ya sabe quién es Marvin Gaye. El que no ha debido madurar es el rompemicros de Dani Martín, que hace poco dijo que "Bob Dylan es un pesado". Bien, esto es una opinión y no estoy de acuerdo, pero tampoco soy nadie para que lo que me gusta a mí le guste a nadie y mucho menos a un mojabragas como él. El problema es que fue más allá y, crecido por sus palabras, que a saber si él mismo consideraba osadas y rebeldes -con lo fácil que es decir que no te gusta-, aseguró que "Dylan lleva haciendo lo mismo toda la vida". Esto es de una ignorancia no ya solo supina y analfabeta, es que quien lo dice supuestamente es músico y supuestamente debería saber algo sobre lo que dice. No es igual que si lo dice alguien que no se dedica a componer canciones y música, aunque ahora que lo pienso igual a este se le perdona porque no compone ni canciones ni música. Luego reculó y aclaró que lo que quería decir es que "a la hora de subirse a un escenario, hoy en día es un poco aburrido", lo que demuestra lo que ya se sabía: que para muchos la música es una especie de competición de atletismo o fisioculturismo hormonal y no un asunto emocional que va infinitamente más allá de la estética o el espectáculo visual. Espero que mi exvecina siga feliz con aquel novio. Si soportaban aquella banda sonora podrán con todo.
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