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La guerra de la programación va en contra de la televisión

hay algo positivo en Carta a Eva. Una especie de necesidad de que este tipo de historias acaben siendo bien contadas en televisión. Y el trabajo de Agustí Villalonga habla bien y por sí mismo. Hace falta que a la televisión se le inocule el talento que se le presupone al cine. Y más en estos tiempos en los que el cine pasa por una crisis que lo está reduciendo a la mínima expresión. Productos como Carta a Eva deberían abundar más en nuestra programación. Pero la verdad es que el género histórico contemporáneo no tiene muy buenos antecedentes. Series como las de Suárez, Juan Carlos, los príncipes o las tonadilleras que en este país han sido, son, subproductos de consumo cuya calidad está muy limitada. Como si en el fondo no existiera confianza en que la audiencia fuera a premiarlos. Por eso es importante diferenciar este trabajo de Agustí Villalonga de los mencionados. Aquí hay calidad, sentido del humor y cierto rigor histórico, estirado, eso sí, y a veces se agradece. Ver la figura de Franco como pintor antes de firmar las sentencias de muerte tiene su punto puñetero.

Prueba de que este género histórico tiene mucho peligro es la decisión de Antena 3 de no renovar la cuarta temporada de Gran Hotel. De nuevo una serie de calidad inspirada en productos ingleses que durante un tiempo ha sido capaz de mantenerse en los más alto. También es cierto que su declive tiene mucho que ver con la guerra de guerrillas que las cadenas mantienen con su programación. Raro es la serie de éxito a la que no se le lancen cargas contra ella. Unas veces moviendo el Gran Hermano de turno de su programación habitual contra la serie de la competencia que tiene éxito. Al final esta guerra de la televisión también perjudica seriamente la salud de nuestra industria televisiva. Me refiero a la de calidad. La otra tiene salud de hierro.