Apagar la tele, encender la mente
SWAMI Satyananda Saraswati es un barcelonés que se largó a la India hace treinta años para sumergirse en la cultura hindú y hacer de la meditación un camino fiable para gastar el tiempo de la vida y convertirse en maestro de vedanta, un ancestral método para conocerse a sí mismo y encontrarse en medio de millones de personas que pasan y mueren sin enterarse de lo que es la existencia. El susodicho maestro de swami proclama que si un individuo quiere conocerse lo primero que tiene que hacer es apagar la tele y en ese mismo instante se encenderá su cerebro. Resulta sorprendente esta acusación contra el más poderoso medio de comunicación a quien se señala con dedo acusador como creador de mentes pasivas, consumidores compulsivos y ciudadanos movidos por los poderosos de la información y negocio mediático. Desde la misma aparición de la tele surgió una corriente de opinión, parece exagerado decir de pensamiento, que demonizó la pequeña pantalla, sus contenidos y efectos perversos. Despreciar la tele, enarbolar la bandera persecutoria y jactarse de no dedicar ni un momento a contemplar los programas son modos de enfrentar la realidad audiovisual con criterios restrictivos y empobrecedores. Apagar la tele y encender la mente para iniciar el camino del conocimiento personal no deja de ser una exagerada opinión que castiga la influencia social del medio presente en el día a día de nuestras castigadas existencias. La tele, los personajes de la misma, los productos de las diferentes cadenas, la potencia informativa de las retransmisiones hacen imposible desconectarnos de nuestro auténtico guía espiritual. Somos consumidores inmisericordes de tele y ella llevando modelando nuestras conciencias desde hace décadas. Y en muchas ocasiones, este electrodoméstico necesario nos causa placer y felicidad.