EL panorama del cotilleo televisivo está de princesas. Que si una tiene vómitos y tienen que correr a Twitter para confirmar su embarazo. Otra que se lleva fatal con una tal Helena y muy bien con Cristina, pero que ésta a su vez se plantea dejar la dura carga de ser infanta. Ese es el debate que, más o menos, nos proponen estos días los especialistas en crear opinión pública.
Este panorama tan patético de la televisión se choca estos días con gran inversión publicitaria que las grandes compañías hacen en becas. Anuncios en los que no invitan a que consumamos más luz o despilfarremos la gasolina, no. Ellos apuestan por ofrecer becas a estudiantes en el extranjero y así. Estos anuncios están como fuera de lugar porque sirven de intermedio a programas como Sálvame, La voz o Tu cara me suena. No es que tenga nada contra ellos. Algunos días en casa hacemos muchas risas con Santiago Segura que cantar no canta mucho pero parece el chico de los chistes de la clase. Lo que no pega es el mensaje de excelencia de las becas de estas compañías multinacionales y su apuesta por el futuro de los buenos estudiantes con la calidad de los contenidos que nos propone la televisión. Es como que una de las dos cosas sobra. O la becas o las concursos. Esperemos que los estudiantes que opten a las becas estén entretenidos en otros foros de más calado. Aunque es cierto que este mundo de la tele es como un callejón sin salida. Una de las novedades de TVE para estas Navidades es recuperar las bandas sonoras de los programas más emblemáticos. De nuevo esa nostalgia algo casposa que tanto gusta en ese medio lo gobierne quien lo gobierne. Ya se imaginan. Un, dos, tres, responda otra vez. "Por veinticinco pesetas díganos sintonías que recuerde de programas de televisión. Tiempo".