CUANDO uno ve los programas tipo La Voz, se pregunta si en realidad están hechos para mayor gloria de los cantantes que hacen de jurado o lo que se persigue es llamar la atención del público a través de la sorpresa de una voz inesperada. El otro día hubo un cantante canario vendedor de cupones que los dejó plantados. Por la cara y actitud de Jesús Vázquez y Melendi se adivinaba que su renuncia les había dado en la línea de flotación. El concursante se llama Ruimán y dijo que abandona La Voz por "respeto a mí mismo". Lo curioso es que se largó antes de conocer si tras su actuación junto con otras dos compañeras, hubiera pasado de ronda o no. Como había que darle la vuelta al tema allá apareció el sobre en las manos de Jesús Vázquez que afirmaba que el público lo había salvado y que por lo tanto se hubiera quedado una semana más. Nunca un sobre con una decisión había sonado tanto a milonga. Pero es que en realidad es tal la presión que va creciendo en este tipo de concursos que, a veces, se les escapa de las manos. Hay gente consciente de saber de dónde vienen, que no tienen ningún problema en volver a su antiguo estatus. Ruimán se había sentido ninguneado y así lo expresó rompiendo todos los protocolos del programa como ya antes lo había hecho en Factor X en Cuatro. Algunos lo tildarán de raro pero otros podremos pensar que detrás de estos concursos hay momentos en los que se traspasa la línea del espectáculo con la manipulación. Ha ocurrido también en Tu cara me suena en la que el histórico José Vélez está a punto de denunciar al programa por la burda imitación que Arturo Valls hizo de él. Hay momentos en los que para la buena marcha de los concursos no tiene que valer todo. Tendrán que ser un poco más aburridos pero no jugarán con la dignidad de las personas, incluidos los aspirantes y los cantantes ya retirados.