Cuando las tortugas muerden al tiburón
UNA de las noticias más sorprendentes de ayer fue el vídeo presentado por la agencia Efe en el que se veía a una tortuga que atacó y dio varios mordiscos a un tiburón que no hizo el más mínimo gesto por defenderse. Algo que me recuerda al Ayuntamiento madrileño, con Ana Botella a la cabeza, cuando todos los medios se preguntan por su responsabilidad. Hemos visto repetidas una y mil veces difusas imágenes de la tragedia en el Madrid Arena con las que nos han iluminado los oscuros hechos que se saldaron con la muerte de cuatro jóvenes. Más que de una capital europea parecen llegadas del rincón más remoto de Afganistán. Y más que del pabellón de actos más moderno con el que cuenta Madrid se diría que pertenecen a un oscuro callejón del barrio más peligroso de Kabul o qué se yo. La censura se ha apropiado de las imágenes de las cámaras de seguridad hasta el punto de que gracias a los teléfonos móviles de los chavales afectados se sabe que allí se produjo la tragedia en toda su envergadura y que los hechos no fueron una invención, uno de esos bulos que aparecen de vez en cuando. Y sin embargo haberlas, haylas. Las imágenes de los hechos según los especialistas existen y pueden dar luz sobre este despropósito aparentemente permitido por la dejadez del Ayuntamiento de Madrid. La aparición o no de imágenes en poder de la Policía comienza a ser un tema arbitrario. Un favor que depende más de los contactos de las cadenas en las altas esferas que de una legislación clara en la que los medios tengan esa información sin esperar de los favores de los responsables policiales de turno. En esta historia del gran tiburón atacado por las tortugas de los medios de comunicación queda la impresión de que en el fondo importa más no dejarse impresionar que la gravedad de los hechos.