la pasada semana se anunciaba por sorpresa y con tufillo a golpe de efecto la vuelta de las retransmisiones taurinas a la cadena pública con el anuncio de la retransmisión de una corrida de la feria de Valladolid y la incorporación de la información taurina a los telediarios. Ver para creer que diría San Pedro Reglado, patrón de la castellana ciudad, donde se han conjurado los actores de la fiesta para lanzar una campaña de recuperación del espíritu nacional, en lo que se antoja una gran operación de imagen para escasos resultados de vuelta a la normalidad informativa. La calificación de vergonzante para el modo de tratar este asunto periodístico define el ambiente general de una fiesta que languidece en muchas ferias, que se mantiene con fuerza en media docena de capitales y que el ruido mediático de una retransmisión no moverá en su día a más de millón y medio de espectadores. Mucho ruido y pocas nueces en una situación de excepcionalidad, ninguno de los intervinientes cobrará derechos de imagen, y TVE pagará el despliegue técnico necesario para producir el espectáculo. Más curiosidad provoca el anuncio de normalización informativa en los telediarios, más allá del actual programa semanal en La 2 de Tendido Cero, resumen trasnochado de la actualidad taurina. Los criterios de selección de las informaciones a incluir en el gran escaparate informativo se desconocen por el momento y todo queda en promesa de que en el futuro la cosa cambiará. La fluctuante política informativa taurina del gran referente mediático, TVE, no hace más que despistar al personal y los argumentos de ayer son papelillos al viento hoy; todo huele a acto de propaganda de la derechona, que entiende que los toros son parte de la esencia española como símbolo de una sociedad en fermentación y se equivocan de cabo a rabo, sea de toro o de vaca.
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