Euskadi en la encrucijada
LA caída de un 2,5% en el mes de julio de la recaudación fiscal en Bizkaia, que hasta ahora se mantenía en términos positivos con descensos en junio de un 0,56% a la que hay que añadir la que se va a producir en Gipuzkoa que, aunque no se ha hecho pública todavía, si sabemos que ha tenido un mal comportamiento en los ingresos por IVA e impuesto de Sociedades, por debajo no sólo de las previsiones, sino de los obtenidos en 2011, mientras que el IRPF parece que registra una subida, más los probables malos resultados de Araba, ponen de relieve no sólo graves problemas de obtención de recursos por parte de las instituciones, sino que evidencia una situación económica en recesión y sin perspectivas de salida a corto plazo.
La importancia de estos datos a 31 de julio no está tanto en su reflejo del comportamiento impositivo en un mes, sino en su virtualidad de ofrecer un escenario muy próximo a lo que va a ser la recaudación fiscal en el ejercicio y, por ende, una radiografía de la situación económica del país y de nuestras empresas. Todos los indicadores económicos que se han dado a conocer durante estos días expresan unos comportamientos a la baja que reflejan el estado de una economía paralizada y destructora de empleo. El más llamativo ha sido el informe que ha hecho público la Hacienda Foral de Gipuzkoa y que refleja que en el primer semestre del año las ventas de las empresas del territorio descendieron un 4,6%, debido a la importante caída de la demanda interna del 89,1%, mientras el paro subió un 2,6%, cuando hace un año la bajada fue tan sólo del 0,2%.
Con este panorama y la falta de perspectivas que se presentan en el horizonte, es necesario que las instituciones de este país estén volcadas en poner en marcha políticas que frenen el progresivo deterioro que se está produciendo y lideren dentro de una colaboración público-privada iniciativas que favorezcan el crecimiento de crecimiento económico. La urgencia del momento requiere iniciativa, toma de decisiones, perspectiva de futuro y un esfuerzo colectivo de todos los ciudadanos frente a una institución como la del Gobierno Vasco que lleva varios meses en encefalograma plano con un ejecutivo que está en fase de descuento y que, en vez de pensar en el conjunto de los ciudadanos, está en una estrategia de ganar tiempo para que los resultados electorales no sean tan negativos como se esperan. Con la que está cayendo un Gobierno Vasco no sólo puede estar dedicándose a tratar de eludir los recortes que a las competencias vascas está lanzando con toda intencionalidad política el PP para luego tener que aplicarlos por la vía del acatamiento judicial, sin que exista una respuesta más contumaz en la defensa del autogobierno, para permanecer en una inacción pasmosa viendo como las empresas se cierran, el paro sube y el estado de bienestar que nos hemos dotado empieza a resquebrajarse por motivos espurios.
Es hora de que el lehendakari Patxi López convoque ya elecciones cuanto antes porque este país necesita con urgencia la puesta en marcha de políticas y actuaciones que puedan parar la recesión e impulse medidas incentivadoras de la economía. Hay que utilizar inteligentemente el autogobierno y sacar jugo a ese instrumento que es el Concierto Económico, -objeto de deseo de catalanes y escoceses-, para que con su capacidad de financiación y endeudamiento poner en marcha determinados proyectos diferenciales y que pueden marcar una situación que cuando cambie el ciclo nos haga ser mucho más competitivos. Es cierto que estamos en una crisis sistémica, pero también es cierto que no todos los países están mal y que de los 17 de la Zona Euro no todos están en una recesión tan profunda como la del Estado español, salvando, naturalmente, a aquellos que han sido rescatados.
Por eso, López debe llamar cuanto antes a los vascos a votar, si es en octubre mejor que en noviembre, porque hay mucho en juego, para eliminar este tiempo de transición e incertidumbre, con el fin de los que nuevos inquilinos de Ajuria Enea puedan poner en marcha mecanismos que traten de despejar un horizonte que cada vez más se sitúa en Bruselas.